Ignacio M. Loera
Instagram: @thewaxwing1
México está en llamas; los bosques, pastizales, selvas y praderas que forman los diversos ecosistemas del país, se encuentran asediados por los incendios forestales y la fuerte sequía. Mientras redacto esta columna, 169 incendios devastan la naturaleza mexicana, arrasan con 101,636 hectáreas de tierras silvestres y ponen en grave peligro a las miles de especies de flora y fauna que componen la basta biodiversidad nacional.
Del 1 de enero al 9 de mayo del 2024, se han registrado, alrededor del territorio nacional, 3,788 incendios forestales, dichos incendios han afectado aproximadamente 228,920 hectáreas; el 95% correspondientes a vegetación de tipo herbácea y arbustiva. La primera se caracteriza por no producir leño (Sanchez y Guerrero 2005) —como flores y pequeñas plantas— y se distingue por ocupar los primeros centímetros del sustrato, constituyendo, junto con otros seres vivos, el sotobosque. El estrato herbáceo influye en la regulación de nutrientes y agua, así como en el flujo de energía en los ecosistemas.
Por otro lado, en el estrato arbustivo se agrupa la vegetación menor a 4 metros de altura que presenta tallos diversos, en este encontramos plantas como el agave, algunas especies de palmas, entre muchas otras. El 5% (11,446 hectáreas) restante del territorio afectado por los incendios forestales pertenece al estrato arbóreo, el cual se conforma por árboles mayores a 5 metros de altura.
Aunque los incendios forestales se extienden por prácticamente todo el país, es en las entidades de Michoacán, Estado de México, Jalisco, la CDMX, Chihuahua, Puebla, Chiapas, Tlaxcala, Veracruz y Durango, donde convergen el 85% de los incendios forestales. Sin embargo, el último mapa de Peligro Meteorológico para Incendios, presentado por CONAGUA, afirma que estados como Coahuila, Nuevo León y Sonora, así como otras 14 entidades, presentan un riesgo alto de generación de incendios forestales.
Se calcula que el 99% de los incendios forestales deriva de la actividad humana; entre las principales causas se encuentran la quema agropecuaria no controlada, las fogatas, el desecho inapropiado de colillas de cigarro, la quema de basura y la limpieza de carreteras. Sin embargo, existe en México otro factor determinante generador de incendios, uno que no solo destruye la naturaleza, sino que, desde hace décadas, también asesina y desaparece a quienes buscan defenderla, estoy hablando del crimen organizado y el narcotráfico.
Según la CONAFOR, el 30% de los incendios forestales en nuestro país derivan del cultivo de estupefacientes como la marihuana y la amapola, por parte del narco. No obstante, el crimen organizado, en municipios como Tecpan y Petatlán en el estado de Guerrero, provoca incendios forestales al arrojar explosivos aéreos por medio del uso de drones. En ese estado, del 19 al 20 de abril, más de 300 hectáreas de pastizal y zonas arbustivas fueron consumidas por los narco-incendios. Aunado a esto, son múltiples los casos en los que grupos delictivos inician incendios en zonas naturales para desviar la atención y los esfuerzos de las autoridades, con el fin de poder llevar a cabo operaciones ilícitas o escapar de las fuerzas policiacas y militares.
Es así como, ya sea por la negligencia de ciudadanos irresponsables, la inacción del gobierno o por el brazo destructor del crimen, los ecosistemas y la biodiversidad de este país megadiverso sucumben ante las llamas de un incontrolable fuego que, día con día, devasta miles de hectáreas de tierras silvestres.