Yuriria Sierra
Candil de Belice, apagones en casa
Este tipo de acuerdos internacionales generan titulares y proyectan una imagen de liderazgo regional que el Presidente busca consolidar.
Ayer por la mañana, Andrés Manuel López Obrador anunció con bombo y platillos un acuerdo para que México suministre de energía eléctrica a Belice. En sus palabras, se trata de “fortalecer la integración eléctrica y cooperar con ese hermano país de la región”.
Sin embargo, el anuncio no puede sino causar perplejidad cuando en el propio territorio nacional los apagones se han vuelto pan de cada día para millones de mexicanos. La paradoja salta a la vista: vamos a ser el candil que alumbre a Belice mientras en casa no paramos de tropezar en penumbras.
¿Cómo es posible que un país que no puede garantizar un suministro eléctrico constante a sus propios ciudadanos se comprometa a exportar energía? La respuesta, como muchas veces ocurre con las decisiones de la administración actual, parece más política que práctica. Este tipo de acuerdos internacionales generan titulares y proyectan una imagen de liderazgo regional que el Presidente busca consolidar. Sin embargo, es una imagen hueca si no se acompañan de políticas efectivas que primero resuelvan los problemas internos.
La realidad es que desde inicios de esta administración el sistema eléctrico nacional ha entrado en una espiral de obsolescencia, falta de mantenimiento e inversión insuficiente que lo tiene al borde del colapso. Lejos de resolverse, la situación se ha agravado sustancialmente.
Las fallas en el suministro, los “apagones inteligentes” y los cada vez más frecuentes cortes de luz por “mantenimientos programados” se han vuelto el dolor de cabeza cotidiano para la población. Numerosos estados viven esta pesadilla energética que lastima la economía y la calidad de vida.
Ante tal coyuntura, resulta por demás contraproducente que el gobierno pretenda asumir nuevos compromisos para exportar electricidad. Difícilmente se puede ser un proveedor confiable cuando ni siquiera se garantiza la suficiencia en casa.
Este acuerdo con Belice, celebrado sin los debidos estudios técnicos y financieros, es uno más en la larga serie de decisiones apresuradas e ideologizadas que han sumido al sector eléctrico mexicano en el mayor desastre en décadas.
En lugar de buscar fortalecer la soberanía energética a toda costa, minando inversiones y echando por tierra los esquemas que permitían contar con un respaldo sólido, la 4T ha apostado por la concentración de poder y el desmantelamiento de las reformas previas sin un plan alterno claro.
El resultado es el que vemos: una empresa productiva del Estado, la Comisión Federal de Electricidad, que sigue hundiéndose en números rojos, innumerables plantas obsoletas e inoperantes, un desfase crítico en la generación y una red de distribución que es francamente insuficiente para las crecientes necesidades del país.
Por eso antes de andar repartiendo candiles a otros, el gobierno mexicano debería poner orden en su propia casa y enfocarse en recuperar la rectoría de un sector tan crucial y estratégico para la marcha del país. De otra forma, los apagones seguirán dejándonos sumidos en la oscuridad.