La exmodelo recuerda la época en que conoció al compositor
Vianey Lárraga estuvo casada con Agustín Lara por dos años y medio, sin embargo, la familia de la modelo no estuvo de acuerdo con esta unión, debido a que se llevaban 48 años de diferencia, aunque ella asegura que eso nunca significó un impedimento para ella, que al conocerlo se enamoró de él automáticamente.
Matilde Obregón entrevistó a Lárraga, que se ha dado a conocer como «la tía Vianey», y el tema en que se centró la entrevista fue la relación que sostuvo con Agustín Lara en la década de los cincuenta.
Lárraga, que en la actualidad tiene 84 años, rememoró que conoció a Agustín Lara mientras trabajaba como anunciante para el programa «Mesa de celebridades» de Agustín Barrios Gómez; en una ocasión que el conductor invitó al cantante a participar en el show, momento en que se dio el flechazo entre los dos.
«Cada semana iban grandes personajes de la época; fue en 1956/1957, obviamente yo no conectaba con ellos, estaba en una mesita como modelito, que anunciaba un comercial y, de repente, cuando veo al maestro Agustín Lara yo me moría por conocerlo, porque él tenía un programa en la radio,», recordó.
En ese momento, Vianey tenía 17 años y el cantante 65, pero eso no fue un impedimento para que se acercara a él y presentarse, pues sentía una gran admiración no sólo por su carrera musical, sino por el romance que había protagonizado con María Félix «la Doña».
«Fue fantástico, al ver al maestro y que sabía que había estado casado con una estrella del cine nacional, como María Félix, era para mí como una fantasía, nadie me pidió que me acercara, yo me acerco, lo felicito y nos fuimos a su casa», dijo, acompañada de una carcajada.
Doña Vianey dejó muy claro que el cantante no la persuadió para que lo acompañase, sino que ella fue por decisión propia, pues a pesar de que era mucho más joven que él, ya era consciente y responsable de sus propias decisiones.
También confió que, durante el cortejo, Lara le cantó una «serenata entera», lo que hizo que se enamorara de él inmediatamente.
«Yo me fui a su casa, yo me fui encantada, a escuchar un poquito de música, (pasó) lo lógico que hacen las personas mayores de edad, hicimos el amor y ya me quedé ahí, desde el día que lo conocí», relató.
Esa decisión le valió la desaprobación de su familia, debido a la edad que se llevaba con el compositor, pues su madre y padre estaban seguros que está relación estaba destinada al fracaso.
Su relación se basaba en reunirse hasta pasada la tarde, debido que durante toda la mañana, el maestro se enfocaba en crear su música y se alejada de todo a su alrededor, por lo que ella esperaba expectante a la hora en que él se desocupara y compartieran un ratito juntos.
«Fue tan fantástico pero tan negro, en el día no existía, estaba haciendo sus cosas, su mente, y no nos veíamos, era solitario, pero cuando venía el atardecer, se volvía el galán de galanes, se sentaba al piano, me hacía poesía y volvía a caer totalmente, una maravilla ¿sabes?», ahondó.
Al poco tiempo, dieron la bienvenida a Agustín, el primogénito del maestro Lara. De hecho, recibieron a su hijo tiempo antes de casarse, el matrimonio vino después y, aunque no se vistió de blanco, sino que con vestido de cocktail, doña Vianney estaba más que dichosa porque su relación sería formal finalmente.
Sin embargo, está relación no duró más de dos años y medio, debido a que un día, Rocío Durán tocó la puerta de su casa, asegurando que era hija de don Agustín y quería conocerlo y aunque él se negó, Lárraga insistió en hacerla pasar y que se conocieran.
Y aunque se suponía que Rocío pensaba que era hija del maestro, al final iniciaron una relación amorosa, con la que también tuvo un hijo, y doña Vianey se alejó para emprender una vida en solitario, junto al pequeño Agustín.