Cada 13 de junio se celebra a San Antonio de Padua, uno de los santos más venerados de la Iglesia Católica. Conocido como el santo de los milagros y el protector de los enamorados, San Antonio ha sido objeto de numerosas tradiciones y leyendas a lo largo de los siglos.
En el marco de esta celebración, es común que las personas recurran a diferentes rituales y prácticas para pedirle ayuda a San Antonio. Una de las más curiosas y extendidas es la tradición de poner a San Antonio de cabeza.
¿Quién era San Antonio de Padua?
San Antonio de Padua, cuyo nombre de nacimiento era Fernando de Bulhões, nació en Lisboa, Portugal, en 1195. Fue un fraile franciscano conocido por su elocuencia en la predicación y su profundo conocimiento de las Escrituras.
San Antonio dedicó gran parte de su vida a la enseñanza y a la predicación, viajando por Europa para difundir la fe cristiana y ayudar a los necesitados. Su capacidad para conectar con la gente y su habilidad para explicar complejos conceptos teológicos de manera sencilla le ganaron una gran popularidad.
San Antonio fue canonizado en 1232, solo un año después de su muerte, debido a los numerosos milagros atribuidos a su intercesión. Es conocido como el patrón de los objetos perdidos, ya que, según la tradición, ayudó a recuperar un libro de salmos robado.
Además, es considerado el protector de los pobres y el santo al que se recurre para encontrar pareja. La devoción a San Antonio se ha mantenido fuerte a lo largo de los siglos, y su figura es una presencia constante en iglesias y hogares de todo el mundo.
¿Por qué se pone a San Antonio de cabeza?
La tradición de poner a San Antonio de cabeza tiene su origen en una leyenda popular que relata la historia de una mujer desesperada por encontrar un buen marido. Según el mito, esta mujer acudió a la tumba de San Antonio en busca de ayuda divina.
Mientras rezaba fervientemente, tuvo una visión del santo, quien apareció en el techo del templo con su cuerpo volteado hacia abajo. San Antonio le indicó que fuera en su nombre a buscar a una persona específica que le proporcionaría el dinero necesario para su dote.
Siguiendo las instrucciones del santo, la mujer encontró a la persona indicada y recibió el dinero para su dote, lo que le permitió casarse con el hombre que amaba. Este milagroso suceso dio origen a la práctica de poner la figura de San Antonio de cabeza como un acto de fe para pedir su intercesión en asuntos amorosos.
La tradición sostiene que al voltear la figura del santo, se le hace una petición específica, generalmente relacionada con encontrar un buen novio o marido.
Una vez que el santo cumple con la petición y el milagro se realiza, la figura de San Antonio debe ser devuelta a su posición normal como muestra de agradecimiento.
Además, hay una variación de esta práctica que consiste en esconder la imagen del niño Jesús que San Antonio lleva en sus brazos, devolviéndosela solo cuando se ha encontrado a la pareja deseada.
Esta tradición es particularmente popular entre las mujeres, quienes recurren a ella con la esperanza de que San Antonio les ayude a encontrar el amor verdadero.