A unos días de su partida, amigos y familiares del regio-coahuilense impulsor de la ganadería en la entidad coahuilense le rinden homenaje
Por: Ricardo Guerra
La Prensa
La vida está llena de momentos que seguramente son recordados por quienes los vivieron, y Enrique Ramírez Celada fue un hombre que sembró en su familia y amigos una infinidad de ellos, los cuales los llenaron de alegría y emociones.
Por ello, la noticia de su fallecimiento a la edad de 84 años el miércoles 31 de julio causó tristeza entre quienes lo conocieron y convivieron con él durante toda su vida.
El esposo de Gloria Alicia Acosta Gómez, con quien contrajo nupcias el 27 de abril de 1968, y padre de Gloria Alicia Ramírez de Rodríguez, estudió la carrera de ingeniero mecánico electricista en el Tec de Monterrey, donde también estudió la maestría en administración de empresas.
Trabajó para empresas como Hojalata y Lámina, y Cemex, para posteriormente dedicarse a la ganadería y agricultura en Coahuila, además de ser inversionista en empresas de metal mecánica en esta ciudad.
Como padre de familia, Enrique fue un hombre que brindó amor y todos los cuidados a su esposa e hija, como abuelo dio ese cariño incondicional que solamente saben darlo quienes lo son.
«El compañero de mi vida, fue todo un caballero que vivió para toda su familia y un gran hombre de trabajo. Fue muy buen hijo, padre y esposo, siempre lo llevaré en mi corazón», compartió su esposa, Gloria Alicia Acosta de Ramírez.
Y fue ese amor hacia su familia e inteligencia lo que lo impulsó a dar lo mejor de sí, sintiéndose su familia orgulloso del esposo, padre y abuelo que Enrique fue.
«Mi abuelo era un hombre reservado, aunque siempre tenía algo que decir. Sumamente inteligente, proactivo y siempre defendía a sus seres queridos, veía las cosas como eran y que se necesitaba para solucionarlas, y aunque no lo decía con frecuencia se sabía que quería a su familia», expresó Eduardo Rodríguez Ramírez, nieto de Ramírez Celada.
Entre los pasatiempos que compartió con sus seres queridos fue viajar, además, como todo ingeniero, reparar aparatos en su casa o sus automóviles, pasión que compartió con sus nietos.
Como un hombre amoroso, inteligente, honesto y responsable será recordado Enrique Ramírez Celada.
Descanse en paz