Por: Héctor Garza
La vida está llena de obstáculos y nosotros mismos resultamos ser uno de los más grandes.
El miedo, a no saber lo que el futuro nos depara, nos hace vulnerables ante cualquier adversidad; limita nuestro actuar y desvanece las oportunidades que Dios nos ofrece.
En nuestro interior se gesta una batalla, entre lo que creemos que está bien y lo que no está bien; siempre acompañada de los cánones morales que rigen nuestra existencia y que convertimos en prejuicios; mismos que adoptamos como verdades absolutas, que nos llevan a vivir en una vida deengaños que distorsionan la realidad. Así, sin darnos cuenta,caemos en la frustración cada vez más y más. Mientras el tiempo se encarga de borrar nuestros recuerdos y memorias y nuestro subconsciente almacena todas estas experiencias y hace espacio, sigilosamente, a la ansiedad y el estrés que pueden terminar por dominarnos.
¡Nuestro ser es de luz! ¡Desde pequeños brillamos intensamente! No hay un niño, en el mundo que no brille por sí mismo. Sin embargo, poco a poco nos llenamos de cargas que no son nuestras y llegamos a frústranos por no cumplir con los sueños de papá o mamá o por no darle a la familia lo que creemos se merece y que en gran parte son vanidades como la casa con lujos, el carro del año, la ropa de marca, oel celular inteligente.
¡No nos damos cuenta, que lo que realmente importa en la vida, somos nosotros mismos! ¡Nuestro ser!
Hamlet, aquel personaje de la obra de teatro “Hamletpríncipe de Dinamarca” (escrita alrededor del año 1603 por el dramaturgo inglés William Shakespeare), se cuestiona en su monologo ¿Ser o no ser?; en tal escena habla del temor, que nos hace dudar y por ende sufrir y convertirnos en cobardes, al no aceptar nuestra realidad; pues al no ver la verdad frente a nuestros ojos, jamás podremos cambiar y encontrar el bienestar de nuestro ser.
Hace algunos meses leí en la web un pequeño cuento que me gustó mucho y quiero adaptarlo para esta columna:
“El COVID se dirigía hacia México, moviéndose con rapidez y determinación. Al pasar por la frontera el funcionario que la resguardaba,le preguntó:
—¿A dónde vas con tanta prisa?
—Hacia México —respondió el COVID—. Mi intención es llevarme mil vidas.
Al regresar de México, el COVID volvió a encontrarse con el mismo funcionario. Éste, con inquietud, le dijo:
—¡Ya veo que te has llevado más de lo que dijiste! ¡Quinientas mil vidas han perecido en México!
El COVID, con calma, contestó:
—No. Yo sólo me he llevado mil vidas. El resto se las ha llevado el miedo.
Moraleja:El miedo amplifica el sufrimiento más allá de lo que la realidad impone. La mayoría de las veces, lo que tememos es mucho más dañino que el problema en sí.
La verdadera paz viene al enfrentar nuestros miedos con valentía y mantenernos firmes en la realidad de la situación.”
¡Que tengas un bendecido domingo!