Rubén Moreira Valdez
Nada nuevo o ensayado antes. La estrategia de seguridad resulto más de lo mismo y mostró la cara de un gobierno donde la popularidad es más importante que los resultados.
Por más que el gobierno se esfuerza en cantar logros en materia de seguridad, México vive en un baño de sangre. El sexenio terminó con 200 mil homicidios y con inmensos territorios del país bajo control del crimen.
Guanajuato, con más de 2 mil, es el estado con más homicidios; sin embargo, Colima es el de mayor tasa por número de habitantes, 94.7 asesinatos por cada 100 mil personas. Yucatán, Coahuila y Aguascalientes, en ese orden, son los de menor número de delitos de este tipo.
¿Por qué hay estados en paz y otros en una severa crisis de violencia? ¿Cuál es la razón para que entidades con mejoría en sus indicadores retrocedan en sus resultados? ¿Es posible que una estrategia sin consensos tenga éxito? ¿Puede lograr la paz una nación con una clase política donde abundan la ignorancia y la complicidad? ¿Es correcto seguir la estrategia del pasado gobierno? Éstas y otras preguntas quedan en el aire después de escuchar la presentación del plan.
La estrategia descansa en: 1) Atención a las causas, 2) Consolidación de la Guardia Nacional, 3) Fortalecimiento de inteligencia e investigación y, 4) Coordinación absoluta entre el gabinete de seguridad y las entidades federativas.
Nada vemos sobre la colaboración con otras naciones o la construcción efectiva de policías locales, tampoco una política presupuestal que soporte los esfuerzos para lograr la paz. Queda claro que no se usará la fuerza del estado para enfrentar a los criminales. Se utiliza un argumento falaz para evitar la responsabilidad de combatir al crimen: no volveremos a la guerra de Calderón.
La Guardia Nacional tiene años dentro del Ejército y no hay resultados que presumir. El sexenio anterior se repitió sin cesar que se atendían las causas de la violencia; fallaron, no eran las causas o se atendieron mal. El gobierno de morena estigmatiza, como los neoliberales, la pobreza y la responsabiliza de la inseguridad.
La estrategia pregona el uso de la inteligencia para solucionar el problema. ¡Caray!, eso venimos oyendo hace décadas, y los actuales responsables de la seguridad trabajaron en los gobiernos tanto del PRI como del PAN.
La estrategia llama a la colaboración entre las instancias del mismo gobierno. Al respecto: 1) Es de suponerse que la coordinación es lo obvio; bueno, tal vez las cosas no sean tan sencillas entre militares y civiles y, 2) En la mayoría de los estados no se percibe la intención de combatir al crimen y, para complicar la situación, no tienen dinero en sus tesorerías.
Inició el sexenio con un estallido de violencia y el gobierno hace lo necesario para distraer la atención.