A SUS 79 AÑOS, NO SOBREVIVE A INFARTO
Con solo 25 años de edad, Pepe participó como rescatista en la tragedia de 1969, cuando la voluntad, era la mejor tecnología, pues todos, los 153 mineros fallecidos, fueron rescatados a pico y pala. Aquí la última entrevista completa que concedió para La Prensa de Coahuila, en el 2021
Por: Jesús Medina
LA PRENSA
Al conmemorarse este día el 52 aniversario de lo que es la fecha más amarga para Barroterán, el ejemplo internacional de unidad, solidaridad y voluntad, se mantiene, a puro pico y pala rescataron 153 mineros sepultados y tardaron solamente un mes en estas labores.
Irónicamente, cerca de ahí, hay 63 mineros sepultados y los gobiernos, ya con toda la tecnología a su disposición, no han podido hacer nada para sacar a los mineros de Pasta de Conchos, que están entre los escombros de la Mina 8 desde el 19 de febrero del 2006.
Quizás a los gobiernos federales les falte voluntad, la mejor herramienta que usaron los habitantes de Barroterán cuando rescataron a sus hermanos, un mes les bastó, esto fue en 1969.
Uno de los rescatistas de aquel lamentablemente suceso a finales de la década de los 60´s en el Siglo XX, José Maldonado Acuña, trabajador de la Mina Guadalupe, recuerda cómo sucedieron los hechos en aquella tarde del 31 de marzo de 1969.
“Estaba en mi casa, en la entrada de Barroterán, cerca de una gasolinera cuando se escucha un fuerte estruendo, pensé que había explotado la gasolinera, el estruendo fue muy fuerte y por la cercanía llegué a creer eso” dice.
Pepe hace una pausa y dice “no era la gasolinera, era la Mina Guadalupe 2 y 3, un error humano había provocado la explosión y que 153 mineros se quedaran sepultados, entre incinerados e intoxicados” señala.
Como punto obligado en esta información se debe anotar que la entrevista con Pape Maldonado Acuña, quien al momento de la tragedia era trabajador de la Mina Guadalupe 2, pero estaba en turno distinto a la desgracia, se había pospuesto en varias ocasiones.
Pepe no quería hablar de algo que le tocó vivir, es de los sobrevivientes más directos, en lo laboral y en los rescates.
Participó directamente en las labores desde los pocos minutos de la desgracia hasta el 30 de abril en que entregaron el último cadáver a sus parientes.
La conexión con Pepe se da a través de Daniel Robles, un habitante de Agujita que en su momento escuchó en Espacio Noticias de MS Comunicaciones algo relacionado a la voluntad que imperó en el rescate minero de Barroterán, Daniel es gran amigo de Pepe, ambos trabajan en una institución educativa, pero a pesar de la gran amistad, que llega a la hermandad, no lo convenció.
Hizo varios intentos desde hace varios meses, desde que el gobierno federal dijo que iba por los mineros de Pasta de Conchos, pero José Maldonado Acuña se resistía a que se hiciera público lo vivido por él en 1969.
NO LE PONGAS HÉROE
La resistencia de Pepe a la entrevista era porque a rango natural, cualquier redactor le pondría “el héroe del rescate minero”, esto es una regla básica cuando la creatividad falta.
Pepe dijo antes de la entrevista “eran nuestros hermanos de Barroterán los que estaban sepultados, algunos quemados, otros asfixiados, si hubiera sido yo, también me hubieran rescatado, por eso, no le veo otra cosa, pero fue algo muy complicado lo que se vivió”.
Maldonado Acuña revela cómo comenzaron los rescates, reconoce que en cuestión de minutos las ambulancias y rescatistas de la Cruz Roja Internacional llegaron al lugar de la desgracia.
La Mina Guadalupe Dos y Tres eran de grandes extensiones, en una, en la tres murieron los mineros por el estallido, quemados, en la otra, por la intoxicación, estaba cegada por el gas.
Un gasero, minero que se encargaba de medir la densidad, en aquel entonces con una lámpara de flama cubierta con cristal, llegó a la mina pero la flama no iba cubierta, esto causó la explosión, recuerda.
“Hubo dos rescatistas, mineros también, que entraron y cayeron intoxicados, era grande la invasión de gas” señala.
Ratifica Pepe la solidaridad de la Cruz Roja y varios extranjeros, los de la Revista Life se mantuvieron todo el tiempo del rescate, eran tiempos de comer y dormir poco, eran tiempos que de recordarlos es volver a sufrir, esa fecha no se olvida.
A Pepe le tocaba ir de tercera, el turno de la tragedia fue de segunda, Pape trabajaba en la Mina II.
Cuando pasa la desgracia era un corredero de gente.
Hubo muchos americanos, yo bajé días después, buscaba a mi cuñado, que ahí estaba sepultados.
SIN COMPARACIÓN CON PASTA DE CONCHOS…
Hay comparación de esa desgracia de Barroterán con Pasta de Conchos, se le pregunta y responde inmediatamente que no, esta fue con más víctimas, no había tanta tecnología, pero logramos rescatarlos a todos.
Fueron noches de trabajo intenso, lo más sofisticado, por llamarlo de alguna manera era un barrote que sostenía a otro para que nosotros avanzáramos en el rescate, cualquier falla, la desgracia aumentaba.
Cuando comenzó el rescate la gente estaba encima de las bardas de la mina, querían a sus seres queridos, fueron días intensos.
Se comenzó a rescatar a veces hasta de cinco por día.
UNAS HORAS DE VELACIÖN
Pepe señala que los cadáveres eran identificados por la ficha metálica del calzado y el cinturón.
Se les entregaban a sus familiares, se les pedía que los sepultaran a las pocas horas, unos cuantos rezos y a la fosa, hasta los funerales se modificaron, recuerda José.
Los últimos rescatados fueron unos chavalos que estaban entre ambas minas, un 30 de abril, tardamos un mes en el rescate, fueron todos.
Fue un mes, no había tecnología, pero si voluntad, todos los mineros le entramos al rescate, nos pagaron el turno, nos pagaron por rescatar.
LA TECNOLOGIA, UNA CEBOLLA, PICO Y PALA
Recuerda que llegaron bolsas de plástico grueso, venían de Vietnam, donde también se estaban usando con mucha frecuencia, tiempos de guerra, rescatábamos y a la bolsa, para entrar a la mina era un cubre bocas con una cebolla, un pico y una pala.
La cebolla para evitar intoxicaciones, fuimos muchos los que participamos, mineros de todas partes, los gerentes y mayordomos estuvieron al frente, nos guiaron, no se politizó el tema, ni tiempo hubo.
MESES DE TRISTEZA INFINITA
Todo después era tristeza, infinita tristeza, años en que no supimos lo que era una vida “normal” no hubo hogar que se escapara a la desgracia.
Todo fue voluntad, la identificación de las victimas con la ficha en el zapato y en el cinto era básica, íbamos por los nuestros, esa era la diferencia, todos participamos.
En los tiempos del rescate vivíamos en la mina, cuando salíamos a la calle las familias se nos iban encima cuestionando por sus seres queridos, era difícil responderles.
El dolor dura toda la vida, el 31 de este mes conmemoramos esa fecha, el dolor sigue, el dolor no se acaba, el primero año fue insoportable el dolor, para esto pasaron fechas clave, Día del Niño, 10 de Mayo, Navidad, en medio del dolor.
Pepe recuerda que el primer muerto que quiso rescatar lo estiro de ambos pies, pero los zapatos salieron de inmediato, no el resto del minero.
“Se los volví a acomodar” dice.