Durante los últimos días de octubre y principios de noviembre, las calles de la República Mexicana se empiezan a teñir de naranja, rojo o amarillo. Se trata de las distintas variedades de cempasúchil, la planta que da pie a los festejos del Día de Muertos.
Tan solo en el año 2021, los agricultores y floricultores mexicanos destinaron 2.198 hectáreas para la siembra de esta emblemática flor; para este 2023, la demanda continúa y se prevé el uso de 2.448 hectáreas para abastecer el mercado a nivel nacional, según datos de la SADER (Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural).
Tan solo el Palacio de la Flor, en Xochimilco en la Ciudad de México, tiene la capacidad de producir 21.000 toneladas de flor de cempasúchil; esto equivale a más de 2,4 millones de plantas o más de 500.000 manojos. Esto también garantizaría que los hogares mexicanos interesados en colocar una ofrenda a sus santos difuntos podrían tener accesibilidad a esta planta ornamental.
De acuerdo con el Gobierno de México, la flor de cempasúchil es originaria del país azteca y proviene del náhuatl “Cempohualxochitl”, que significa “veinte flores” o “varias flores”. En la época prehispánica, los mexicas asociaban el color amarillo de la flor con el Sol, por lo que la utilizaban para brindarles un sendero de luz a los antepasados fallecidos por causas naturales o en combate.
Según la Secretaría de Cultura de México, “la tradición marca hacer senderos con las flores de cempasúchil, desde el camino principal hasta el altar de la casa con la finalidad de guiar a las almas hacia los altares”; ya que “la flor era considerada por los mexicas como un símbolo de vida y muerte”.
De manera sorprendente, los ancestros mexicanos utilizaban el cempasúchil no solo para honrar a los difuntos, también para aminorar malestares estomacales, como el vómito, la indigestión e, inclusive, la diarrea. En la actualidad, es un producto comercial con el que se pueden elaborar cervezas artesanales, pulque o helados.
La explicación más antigua que se tiene de la flor está inscrita en el códice florentino del náhuatl, y data del siglo XVI. En este se menciona al cempasúchil como un ramo de flores que contiene en su tipo, tanto machos como hembras; es una especie de bola con muchas flores unidas, refiere el documento.
Tan solo en México, los especialistas en flora refieren que existen 35 especies de dicha flor, de las 58 que existen en América Latina. En cuanto a los estados de la República que, son considerados como los mayores productores de la misma, se encuentran Guanajuato, Hidalgo, Michoacán y Estado de México.
Con información de The Independent en Español