Los panteones municipales se abarrotaron de familiares que honraron la memoria de sus difuntos en una tradicional festividad mexicana
Brenda Delabra
LA PRENSA
SALTILLO, COAHUILA.- Los cientos de saltillenses que descansan al pie de la sierra de Zapalinamé, este sábado fueron honrados por sus seres queridos, quienes recuerdan con alegría, algunos con nostalgia y otros con pesar a los que partieron de este mundo, el 2 de noviembre todo gira en torno a un ambiente festivo, al abrigar la esperanza de que ellos gozan en la presencia de Dios.
No importa la religión, la clase, las profesiones, todos se conjuntan en el camposanto, con un solo fin, acompañar en la última morada a sus familiares, todos a su estilo: llegar a limpiar la tumba, retirar la hierba y las últimas flores que les llevaron o la basura que el viento dejó por ahí.
Algunas familias llegaron desde temprana hora, porque es el día en que pueden estar más tiempo con su difunto, armados con toldos, tinas, escobas, rastrillos, flores naturales o arreglos artificiales, además de comida y bebida, ubicaron la tumba del ser querido y se dieron a la tarea de remozar las tumbas.
A CAMBIO DE UNAS MONEDAS
Hubo quienes aprovecharon para ganarse un peso como los fara fara que interpretaron las melodías, favoritas de los honrados, o los que aprovecharon y dieron servicio de jardinería para las tumbas tipo jardín.
Con el paso de los minutos, la llegada a los panteones se complicó con el tráfico por lo que las familias tuvieron que estacionarse lejos y peregrinar para cumplir la visita, además de atravesar los puestos instalados afuera de los panteones, en donde hubo de todo, como en el caso del ubicado en la colonia Santa Elena.
Ahí se ubicaron comerciantes de flores artificiales y naturales, churros, carnitas, cazuelas, ropa, juguetes, enchiladas, aguas frescas para mitigar el calor, todo con motivo de hacer llevadera la visita a la última morada de los suyos.
SIGUEN PRESENTES
En algunos panteones se celebró una misa para pedir por las almas de las personas sepultadas en ese lugar, esta conmemoración es para la Iglesia Católica un acto de fe, ya que como cristianos que celebran la muerte y resurrección de Jesús, “creemos que nuestros difuntos no han desaparecido, que si bien no están con nosotros, aquí siguen vivos en la presencia de Dios, creemos que pueden alcanzar esa vida eterna, esa presencia de Dios plena y ellos en la Casa de su padre”, comentó el obispo Hilario González García, al terminar la misa que celebró en la Catedral de Santiago.
Al preguntarle sobre el temor que los católicos sienten cuando se les ofrece el sacramento de la unción de los enfermos, reiteró que es un temor natural, pero que si alguien está enfermo o en peligro de muerte puede solicitarlo ya que es un sacramento de consuelo, fortaleza y esperanza.