No hay duda de que el crecimiento económico produce riqueza y combate los niveles de pobreza. Con la llegada de las inversiones a un país o a un estado, se genera una derrama de bienestar en beneficio de los inversionistas, los trabajadores, sus familias y de la sociedad en general.
Cierto es que el gobierno no genera los empleos por sí mismo, pero sí crea las condiciones para que las empresas se instalen en un lugar determinado. Cuando los capitales nacionales o extranjeros deciden invertir en un país, digamos México por su gran red de tratados internacionales y por su posición estratégica, luego sigue determinar en qué entidad federativa se instalarán.
El caso de Coahuila es emblemático. Se ha convertido en un codiciado destino de inversiones gracias a sus altos niveles de seguridad, a su mano de obra altamente calificada, a su infraestructura productiva, a sus cadenas de valor, a su proveeduría especializada, a su paz laboral, a sus accesos y facilidades para la exportación y al respeto irrestricto al estado de derecho, entre otras.
El anuncio constante de nuevas inversiones y expansiones de las actuales han saturado los parques industriales en algunas regiones, como la sureste, con lo que población económicamente activa encuentra trabajo formal y bien remunerado.
Esto ha puesto a Coahuila como el estado con mayor empleo formal en el país, alcanzando el primer lugar en el indicador de mayor población que cuenta con seguridad social, doblando a la media nacional. Consecuentemente, y gracias también a la efectividad de los programas sociales, Coahuila es el estado con mayor población no pobre y no vulnerable.
La formalidad impacta positivamente en el indicador de salud, multiplicando por el número de los miembros de la familia del trabajador las incorporaciones al IMSS, al ISSSTE o al sistema del que se trate.
El mayor acceso a los créditos hipotecarios del Infonavit y la banca comercial reduce los niveles de pobreza en cuanto a la calidad de los materiales, pisos firmes, techos seguros y los servicios en la vivienda, tales como agua potable, drenaje sanitario y electrificación.
Los requerimientos académicos de las empresas y los programas del gobierno del estado motivan a que los jóvenes concluyan su educación obligatoria que es la media superior, otro de los indicadores de pobreza, en el cual, al igual que los antes mencionados, Coahuila ostenta el 2º lugar nacional.
En resumen, la fórmula para combatir la pobreza consiste en generar las condiciones para la llegada de inversiones y generación de empleo formal y bien pagado, y complementar con programas sociales eficientes que reduzcan las desigualdades y promuevan la inclusión de los menos favorecidos. La fórmula Coahuila.