Por Excélsior
La Prensa
El nombre de Alberto Sicilia Falcón resuena como una leyenda en el crimen organizado. Este narcotraficante cubano, conocido por sus extravagancias y vínculos con altos círculos políticos y artísticos, no sólo dominó la frontera entre Tijuana y San Diego, sino que también logró lo que pocos, escapar en dos ocasiones de una prisión de máxima seguridad en esa época. Estas hazañas, ocurridas décadas antes de que Joaquín «El Chapo» Guzmán ascendiera al poder, marcaron un precedente en el mundo del narcotráfico.
Tras el triunfo de la Revolución Cubana y el ascenso de Fidel Castro, Sicilia Falcón se exilió en Miami, donde incursionó en el mundo delictivo. Comenzó con actividades como la prostitución y el tráfico de drogas, lo que lo llevó a asentarse en Tijuana. Allí, antes de que los hermanos Arellano Félix se consolidaran como figuras del narcotráfico, Sicilia Falcón ya era el principal traficante de cocaína hacia Los Ángeles, California.
Su vida de excesos y conexiones poderosas llegó a un abrupto final en julio de 1975, cuando fue detenido en su lujosa residencia del Pedregal, en la Ciudad de México, cerca de la actual plaza Perisur. El cubano, conocido también por su relación con la actriz y cantante Irma Serrano, “La Tigresa”, fue trasladado al Palacio Negro de Lecumberri, un lugar con fama de inquebrantable.
Primera fuga: un escape aéreo de película
La estadía de Sicilia Falcón en Lecumberri duró poco. Apenas unos meses después de su ingreso, un helicóptero sobrevoló la prisión y lanzó una cuerda frente al asombro de custodios y reclusos. Aprovechando el momento, el narcotraficante subió rápidamente, emulando un escape digno de una película. Esta hazaña ocurrió después de que fue torturado para que revelara sus vínculos con la CIA y sus cómplices en el narcotráfico.
Aunque logró escapar, su libertad fue efímera. Apenas semanas después, una denuncia anónima permitió su recaptura. Sin embargo, esto no detuvo su :insistencia de querer mantenerse alejado de cualquier tipo de prisión.
Segundo intento: el túnel precursor de El Chapo
Menos de un año después, Sicilia Falcón protagonizó una segunda fuga, esta vez a través de un túnel de 40 metros de largo y 80 centímetros de diámetro. La excavación conectaba su celda con una casa ubicada en la Tercera Cerrada de San Antonio Tomatlán, muy cerca de lo que hoy es el Archivo General de la Nación.
El método, que décadas más tarde haría famoso a “El Chapo” Guzmán, demostró una vez más la capacidad logística y los recursos de Sicilia Falcón. Aunque logró escapar junto a tres reclusos, su libertad nuevamente fue corta. Cuatro días después, el 30 de abril de 1976, fue localizado en una casa de la colonia Narvarte en la Ciudad de México y llevado al penal del Altiplano.
Este segundo escape fue un golpe definitivo para Lecumberri, que cerró sus puertas cuatro meses más tarde, dejando atrás su legado como la prisión más célebre de México. En esta prisión estuvieron muchísimas personalidades importantes, desde revolucionarios, escritores y asesinos seriales, como: Pancho Villa, José Revueltas, David Alfaro Siqueiros, Ramón Mercader, el asesino de León Trotsky, Juan Gabriel y el primer asesino serial en México, Francisco Guerrero “El Chalequero”.
El ocaso de un narcotraficante legendario
Tras su último encarcelamiento, Sicilia Falcón cumplió su condena y fue liberado en 1999. Desde entonces, poco se sabe de su paradero. Sin embargo, su nombre sigue vinculado a grandes figuras del narcotráfico como Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Pablo Escobar, así como a los cárteles colombianos de Cali y Medellín.
Además de su rol en el tráfico de drogas, su historia incluye colaboraciones con la CIA. En plena Guerra Fría, fungió como enlace para entregar armas a las guerrillas anticomunistas en Centroamérica, utilizando las mismas rutas de cocaína para apoyar a las «contras», financiadas por Estados Unidos.
La historia de Sicilia Falcón trasciende sus delitos y sus espectaculares fugas. Sus vínculos con políticos, artistas y agencias internacionales lo convirtieron en una figura emblemática del narcotráfico en la década de 1970. Su audacia inspiró a futuros capos como El Chapo Guzmán y marcó un antes y un después en las estrategias del crimen organizado en México.