El descubrimiento de las huellas fósiles plantea preguntas sobre la relación entre ambas especies humanas y su posible competencia por los recursos.
Hace aproximadamente 1.5 millones de años, individuos de dos especies diferentes del linaje evolutivo humano caminaron por la orilla fangosa de un lago del norte de Kenia, dejando tras de sí huellas que se entrecruzaban con las de antílopes, caballos, cigüeñas gigantes y otros animales.
Estas huellas se convirtieron en fósiles que científicos descubrieron en un lugar llamado Koobi Fora, proporcionando la primera prueba de que estas dos especies -Paranthropus boisei y Homo erectus- compartieron el mismo paisaje, cruzando sus caminos.
El descubrimiento plantea preguntas intrigantes sobre la relación entre ambas especies y su posible competencia por los recursos.
El Paranthropus boisei, el menos emparentado con los humanos modernos de los dos, vivió hace entre 2.3 y 1.2 millones de años y medía unos 137 cm de altura. Tenían un cráneo adaptado para masticar con grandes músculos, incluida una cresta craneal como la de los gorilas macho, así como enormes molares. Sus pies presentaban rasgos simiescos, incluso en el dedo gordo.
El Homo erectus, un miembro precoz de nuestra línea evolutiva con proporciones corporales como las del Homo sapiens, vivió hace entre 1.89 millones y 110 mil años, y su estatura oscilaba entre 145-185 cm. Tenían cerebros más grandes que los de Paranthropus boisei, aunque más pequeños que los de nuestra especie.
Los investigadores hallaron las huellas en 2021 en las proximidades del lago Turkana. Identificaron un largo rastro de 12 huellas, de unos 26 cm de largo cada una, atribuidas a un individuo adulto de Paranthropus boisei por su forma y modo de locomoción.
Tres huellas aisladas, de 20,5-23,5 cm de longitud y parecidas a las de los humanos modernos, se encontraban casi perpendiculares a la huella principal. Dos eran lo bastante completas como para atribuirlas al Homo erectus, posiblemente un joven. La tercera era más difícil de atribuir con seguridad.
Según los investigadores, las huellas parecen haber sido dejadas en cuestión de horas o tal vez un par de días -el barro no se había secado ni agrietado- y es posible que los individuos se vieran entre sí. No había indicios de interacción.
«Las huellas fósiles nos proporcionan una imagen clara de ese instante en el tiempo, hace 1.5 millones de años. Es muy posible que los distintos antepasados humanos pasaran unos junto a otros, vadeando las aguas poco profundas, posiblemente cazando y recolectando», afirma la paleoantropóloga Louise Leakey, directora del Proyecto de Investigación Koobi Fora y coautora del estudio publicado el jueves en la revista Science.
Los investigadores volvieron a analizar huellas que se habían descubierto anteriormente en las proximidades y determinaron que ambas especies estuvieron presentes juntas en superficies fosilizadas de barro durante un periodo que abarcó unos 200 mil años.