Coahuilense y dos venezolanos la arman en grande mientras les hacen valer su petición de CBP One para ingresar legales a los Estados Unidos
Perla Martínez
La Prensa
Dos jóvenes venezolanos y uno de Coahuila llegan todos los días a la banqueta de la Avenida Colón, entre Bernardo Reyes y Vallarta, con una maleta, una mesa, una silla, un espejo y una bocina para poner ambiente.
La música de reguetón o de vallenato suena mientras es instalada una barbería al aire libre, junto al paso de los autos y camiones por la avenida, y los vagones del Metro en la Línea 1.
Los tres migrantes buscan mejorar su vida en Estados Unidos, pero por el momento mantienen en pausa el sueño americano por lo complicado de cruzar la frontera.
«Soy de Venezuela», dice Luis Mosquera, de 25 años, «y tengo aquí trabajando ya unos dos, tres meses desde que llegué acá a Monterrey».
Cuenta que al llegar la Ciudad entró a trabajar a una barbería, pero le quitaban el 60 por ciento de lo obtenido, por lo que prefirió emprender su propio negocio.
«No veía nada de ganancia», afirma, «iba pasando un día por aquí y un compañero que yo le había conseguido trabajo en una barbería me dijo que aquí estaba trabajando, y como ya pasó para los Estados Unidos llegué y tomé el puesto de él».
Desde adolescente aprendió el oficio, que ha practicado en los distintos países por los que ha viajado.
Sabe hacer tintes, pero aclara que por el momento no se anima, porque no quiere que lo sancionen por manchar el piso o alguna de las columnas del Metro.
Luis y un compatriota suyo terminan sus cortes al ritmo de baile, cuando llega José Antonio en un taxi.
Es originario de Monclova, Coahuila, y arribó hace unos meses a Monterrey. Escuchó que había una zona donde migrantes laboraban de barberos y decidió probar.
«Aquí han cortado pelo varios muchachos de diferentes orígenes, de Venezuela, de Colombia y así», menciona «Tony», como lo conocen allí.
«Y como se han ido por el CBP One (aplicación para acceder a servicios de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos) han dejado la huella de que aquí se corta pelo, y pues aquí estamos laborando para salir adelante».
Los jóvenes aseguran que tienen clientes porque no se requiere cita y el servicio es de calidad y rápido.
«Se les hace el trabajo como si fuera una barbería, pero ya no tienen que hacer cita y más rápido se le atiende», afirma Tony.
Luis señala que por ahora se siente a gusto en Monterrey y aún no sabe si retoma la idea de llegar a Estados Unidos.
«Dios pone adelante todas las cosas y si se da, se da, y si no, aquí vamos a estar trabajando», remarca.