Por Excélsior
La Prensa
El 4 de diciembre, Brian Thompson, director ejecutivo de seguros de UnitedHealthcare, una de las aseguradoras de salud más grandes de Estados Unidos, fue asesinado a tiros frente al hotel Hilton Midtown en Manhattan. El presunto perpetrador, Luigi Mangione, un joven de 26 años con un pasado privilegiado y una educación en la Ivy League, fue arrestado días después en un McDonald’s en Pensilvania. El asesinato no solo conmocionó al país, sino que también desencadenó un debate público: ¿puede considerarse ético un acto de violencia dirigido contra un símbolo del sistema de salud estadunidense?
Desde el momento de su arresto, Mangione fue catapultado a la fama en redes sociales. Memes, videos, teorías conspirativas de su vida privada, y comentarios inundaron plataformas como TikTok y Twitter, etiquetándolo como un «justiciero moderno»… no sabemos si como un «Robin Hood», o como el ‘Joker’ interpretado por Joaquin Phoenix.
Sus distintivas cejas y mirada intensa se convirtieron en objetos de fascinación. Incluso surgieron camisetas y tazas con su rostro. ¿Qué tan normalizado tenemos este tipo de violencia? ¿A qué nivel se puede glorificar? ¿Quién es peor persona, un asesino o un director de seguros que esa a cargo de negarle el servicio médico a miles de personas al día? ¿A qué grado se puede llegar un asesinato ‘ético’?
El manifiesto de Mangione, la clave para ‘empatizar’
En la mochila de Mangione, la policía encontró un manifiesto que denunciaba las prácticas de la industria aseguradora estadunidense. Las balas que disparó contra Thompson estaban grabadas con las palabras «Negar», «Defender» y «Deponer», un aparente guiño a las tácticas que muchas aseguradoras emplean para evitar el pago de reclamaciones médicas.
En sus propias palabras, Mangione escribió: «Las aseguradoras son los verdaderos parásitos de este país, prosperan mientras nosotros sufrimos. Mi acción es solo el principio de la resistencia» y calificó en su manifiesto como «las herramientas del sometimiento moderno», buscando reflejar una crítica hacia un sistema que, según él, «reduce a los ciudadanos a simples números, manipulados y explotados por intereses corporativos».
Este simbolismo ha resonado entre quienes critican la crueldad del sistema de salud estadunidense. En México, la salud llega a ser deficiente —aunque es gratuita— y miles suelen ir a clínicas y hospitales privados, pero los costos ínfimamente menores a los que tiene que pagar un estadunidense. Y hasta hay un capítulo de La Casa de los Dibujos que lo explica.
El sistema de salud en Estados Unidos es predominantemente privado, con aseguradoras que actúan como intermediarias entre los pacientes y los proveedores de atención médica. A diferencia de otros países que cuentan con sistemas públicos universales, los estadunidenses deben adquirir seguros de salud, ya sea a través de sus empleadores, de manera independiente o, en casos limitados, mediante programas gubernamentales como Medicare y Medicaid.
Una de las principales críticas al sistema es su complejidad burocrática. Las aseguradoras privadas, como UnitedHealthcare, tienen libertad para establecer precios y determinar qué tratamientos cubrirán, lo que frecuentemente resulta en reclamaciones denegadas. Además, el costo de la atención médica en Estados Unidos es significativamente más alto que en otros países.
Según datos recientes, el gasto per cápita en salud supera los 13 mil 440 dólares (unos 207 mil 705 pesos mexicanos) anuales, pero los resultados son desalentadores. Estados Unidos tiene una de las tasas más altas de mortalidad infantil entre países de altos ingresos y una esperanza de vida que se está quedando rezagada. Esto se debe, en parte, a que gran parte del gasto en salud se destina a la administración y las ganancias corporativas en lugar de la atención directa a los pacientes.
De acuerdo con un informe del Commonwealth Fund, Estados Unidos gasta más en atención sanitaria que cualquier otro país de altos ingresos, pero ofrece peores resultados. Las aseguradoras como UnitedHealthcare han sido acusadas de denegar hasta el 32% de las reclamaciones, según datos recientes. Este contexto ha alimentado la narrativa de que Mangione actuó como un «vengador» que enfrentó al sistema con «honestidad brutal».
Sin embargo, ¿puede un asesinato ser considerado ético bajo este prisma? Para algunos, Mangione encarna una especie de ícono anticapitalista, pero detractores advierten que romantizar su acción socava los principios básicos de justicia y moralidad.
La fascinación pública ante una ‘lucha contra el sistema’
Mangione no es el primer ni único criminal en ser idealizado por la opinión pública. La historia estadounidense está llena de casos de vigilantes y figuras criminales que capturan la imaginación colectiva. Desde Charles Manson hasta los hermanos Menéndez, la cultura estadunidense tiene una relación compleja con los transgresores, especialmente si poseen atractivo físico o una narrativa que justifique sus acciones.
En redes sociales, Mangione ha sido apodado «El Ajustador», un supuesto superhéroe que combate las injusticias del sistema de salud. Imágenes de su arresto y memes que lo representan como un santo o mártir han proliferado a lo largo de la semana. Un video viral muestra el momento de su captura mientras gritaba: «Esto es completamente injusto» y «un insulto a la inteligencia del pueblo estadunidense». Estas frases han sido adoptadas como lemas por sus defensores.
Mientras que las aseguradoras, representadas por figuras como Brian Thompson, son vistas como entidades frías e implacables que priorizan sus márgenes de ganancia sobre la vida humana, Mangione es retratado como alguien que intentó desafiar esa estructura. Su manifiesto, aunque controversial, conectó con el dolor de miles de personas que han sido víctimas de coberturas denegadas y costos prohibitivos.
Para los partidarios de Luigi, Thompson encarna la cúspide de un sistema que muchos consideran corrupto. La narrativa pública lo percibe como alguien desvinculado de los problemas reales que enfrentan los pacientes. Por ello, los ‘soplones’ que alertaron de su ubicación en un McDonald’s en Pensilvania son odiados plenamente y el local del restaurante de comida rápida fue inundada de reseñas negativas… muchas de ellas falsas.
El escritor Gurwinder Bhogal, quien asegura haber conversado con Mangione sobre sus ideales, lo describió como «una de las personas más agradables que he conocido». Este tipo de testimonios, junto con su lista de lecturas que incluye autores como Yuval Noah Harari y Ted Kaczynski —el famoso ‘Unabomber’— y James Clear, el de «Hábitos atómicos», refuerzan la percepción de Mangione como alguien profundamente reflexivo, aunque perturbado por el estado del mundo.
La ética del «justiciero»
La filosofa y la moralidad han debatido durante siglos el papel del vigilantismo. ¿Es moralmente aceptable tomar la justicia por cuenta propia cuando las instituciones fallan? Los defensores de Mangione argumentan que sus acciones fueron una respuesta desesperada a un sistema opresivo que perpetúa el sufrimiento de millones de personas. Pero otros consideran que justificar un asesinato bajo esta premisa abre la puerta a un caos moral.
«El asesinato es una terrible respuesta a la ira del sector sanitario», escribió The Atlantic en un artículo reciente. La violencia solo engendra más violencia y, en el caso de Mangione, podría exacerbar las fallas del sistema en lugar de solucionarlas. Por otro lado, figuras públicas como la senadora Elizabeth Warren han señalado que la indignación tras este caso refleja cómo el sistema ha «presionado a las personas hasta el límite».
El problema radica en la interpretación del acto. Aunque algunos ven en Mangione un revolucionario, otros lo consideran un criminal ordinario que intentó justificar sus acciones con un discurso moral. Además, su pasado privilegiado y su condición física, que le permitió recuperarse de una operación de columna, lo colocan en una posición paradójica: alguien que denunció las desigualdades del sistema, pero que también se benefició de él. Mangione enfrenta cargos de asesinato y, si es condenado, pasará gran parte de su vida en prisión. Sin embargo, su caso ya ha dejado una huella en la opinión pública.
¿Luigi Mangione, héroe o amenaza? Quizá ese sería el titular de J.J. Jameson como en la película de ‘Spider-man’… pero la respuesta no sea tan sencilla, está en la moralidad, en la ideología y en la empatía en un caso de desesperación médica. Pero para muchos, sí lo puede llegar a ser, aunque se cometió un delito en toda la extensión de la palabra.