El gobierno federal acaba de anunciar la imposición de un arancel del 35 por ciento a la importación de mercancías confeccionadas y un 10 por ciento a los textiles. Es decir que aquellas empresas que compren, del extranjero, ropa para revender tendrán que pagar un impuesto del 35 por ciento, si usted decide importar ropa para uso diario también tendrá que pagar ese arancel, aquellas empresas que compran, en el extranjero, textiles como materia prima para elaborar otros productos, ya sea vestimenta o bien asientos para autos pagaran 10 por ciento del valor de la compra total como impuesto a la propia importación.
Es importante hacer el señalamiento que dicha política fiscal se realiza en beneficio de la industria del textil y vestido nacional, ya que a pesar de que sus productos tienen una calidad similar o incluso mayor a la que importamos, los precios principalmente de los productos de origen chino son mucho más bajos. Así que al imponer estas dos tasas de impuestos intenta proteger no solamente a los inversionistas de este sector industrial sino también, y es lo más importante, a sus trabajadores, siendo éstos alrededor de 320 mil. Incluso estos aranceles provocarán que los ingresos para el gobierno, por medio de otros impuestos como el IVA e ISR, aumenten.
De hecho, se estima que con la aplicación de estos aranceles la industria textil mexicana logre crecer, revirtiendo la tendencia de los últimos años, ya que ha ido en reducción, tanto en inversión, producción y empleo.
Se diría en un salón de billar francés, o como se dice de manera coloquial, con los aranceles a los productos textiles, se logra una carambola de tres bandas, primero la protección al mercado nacional, segundo el incremento de ingresos para el gobierno y tercero aumentar la inversión, la generación de empleos y el PIB de nuestro país.