Por Excélsior
La Prensa
La creciente violencia en Sinaloa ha marcado una nueva etapa en la disputa entre las facciones de Los Chapitos y La Mayiza, dos brazos del Cártel de Sinaloa. Lo que comenzó como enfrentamientos armados y ataques a establecimientos, ahora apunta hacia objetivos más estratégicos: políticos y empresarios.
Las raíces del conflicto
El secuestro de Ismael “El Mayo” Zambada en julio pasado encendió una guerra sin precedentes. Los ataques iniciales se concentraron en convoyes armados y establecimientos usados para lavar dinero, como restaurantes y casinos. Sin embargo, analistas como José Luis Montenegro advierten que la violencia está escalando hacia figuras clave que sostienen las redes de poder económico y político en el estado.
“Vamos a ver cómo se irán eliminando políticos y empresarios vinculados a los cárteles”, comentó Montenegro.
La caída de políticos y empresarios
La teoría de Montenegro ya tiene ecos en dos eventos recientes:
El asesinato de Héctor Melesio Cuén, diputado federal electo, ocurrido el mismo día del secuestro de Zambada. Su muerte reveló un intrincado vínculo entre figuras políticas y grupos delictivos, así como tensiones con el gobernador Rubén Rocha Moya.
El ataque al restaurantero de “La Chuparrosa Enamorada”, cuyo negocio fue incendiado antes de su asesinato en Culiacancito. Aunque el móvil sigue sin esclarecerse, la brutalidad del acto evidencia la creciente inseguridad en la región
Un gobernador bajo la lupa
El gobernador Rubén Rocha Moya ha sido señalado como parte del problema. Según Montenegro, su omisión y presunto contubernio con los cárteles han contribuido a la desestabilización social en Sinaloa. Estas acusaciones no solo afectan su imagen, sino que también podrían generar una crisis política dentro de Morena, el partido en el poder.
¿Qué sigue para Sinaloa?
La escalada de violencia plantea preguntas inquietantes sobre el futuro de Sinaloa. Si las facciones del Cártel de Sinaloa logran consolidar su control mediante estos ataques estratégicos, las repercusiones podrían extenderse más allá del estado. Mientras tanto, los ciudadanos enfrentan una realidad marcada por la incertidumbre y el temor.