En el municipio de Río Bravo, Tamaulipas, Lidia Ortega ha sumado una veladora con la imagen de Donald Trump a un altar familiar que data de 1978. Su abuela, doña Leticia, había inaugurado el altar para honrar al papa Juan Pablo II.
Ahora, Lidia reza por la intervención de Trump para acabar con la violencia del Cártel del Golfo y otros grupos criminales que dominan la región. Santa Apolonia, donde vive, es un pueblo de 1,500 habitantes que vive aterrorizado por el crimen organizado, con una constante amenaza de desapariciones y enfrentamientos.
Lidia explica que aunque Trump ha hecho comentarios controversiales, como llamar a la guerra contra los cárteles, ve en él la esperanza de una solución a los problemas que enfrenta su comunidad. Trump, quien asumirá la presidencia de Estados Unidos en 2025, tiene planes de tomar medidas drásticas contra los cárteles mexicanos, que incluyen bombardeos y aranceles. “México está gobernado esencialmente por los cárteles. Eso no lo podemos permitir”, afirmó Trump en enero de 2025.
Expertos como el coronel retirado Eric Rojo creen que, con el apoyo de la administración mexicana, las acciones de Trump podrían reducir significativamente la presencia de los cárteles.
Sin embargo, otros como la periodista Emma Landeros advierten que una intervención militar podría aumentar la violencia y generar una crisis aún mayor entre los grupos criminales.
Lidia sigue rezando por el cumplimiento de su esperanza, a pesar de las dudas y contradicciones que surgen alrededor de las promesas de Trump. Según ella, la fe en un cambio es lo único que queda en una región atrapada por el narcotráfico.