SUS LICORES SUMAN MÁS DE MIL 200 MEDALLAS
Innovador y visionario, Francisco Rodríguez es el arquitecto detrás del crecimiento de la industria vitivinícola nacional y es el impulsor de los viñedos en el Valle de Parras
Por: Lucero Velázquez
LA PRENSA
Francisco Rodríguez, enólogo zacatecano con más de 50 años de experiencia, es una figura clave en la transformación de la industria vinícola mexicana. Desde sus inicios en Casa Madero, ayudó a posicionar los vinos nacionales en el escenario internacional, enfrentando desafíos como la falta de consumo local y la escasa fe en las etiquetas mexicanas. Su dedicación lo llevó a obtener más de 1.200 medallas para sus vinos, consolidándose como un referente en el arte de la vinificación y un mentor para las nuevas generaciones en el Valle de Parras.
«El proceso del vino es como un bebé al que debes cuidar todo el tiempo. Grandes aliados son la naturaleza y la calidad del entorno, pero si no estás atento a cada paso, de nada sirve, porque en vez de un buen vino puedes hacer un excelente vinagre», expresó el experimentado enólogo Francisco Rodríguez.
Originario de Nochistlán, Zacatecas, Francisco Rodríguez asegura sentir que es más de Teocaltiche, Jalisco, lugar donde vivió desde su infancia junto a sus 10 hermanos y sus padres, Ricardo Rodríguez González y María González Jáuregui, quienes se dedicaban a la cría de ganado y al cultivo de maíz y frijol.
Francisco Rodríguez está casado con Lidia Escareño, con quien tuvo tres hijas. Es un hombre de vida sencilla, entregado a su trabajo, al que le gusta cocinar y, entre sus tantos vinos, prefiere los tintos.
Fue el cuarto de los hijos y, como los demás, trabajaba en el campo y asistía a la primaria. En sexto grado, su madre lo inscribió en la Escuela Comercial por las tardes, como se acostumbraba. Posteriormente, con poca convicción, optó por la carrera de Ingeniería Química en la Universidad de Guadalajara.
Paco Rodríguez recuerda que su primer empleo fue en 1974, en el Ingenio Agua Buena, una destilería de la huasteca potosina, donde se contrataba por zafra: seis meses de trabajo seguidos de otros seis de inactividad.
Durante ese tiempo, viajó a Casa Madero, una bodega que producía destilados, brandis y aguardientes, procesos que ya conocía. Allí fue contratado como asistente de un enólogo. José Milmo, el dueño, decidió apostar por los vinos, de los cuales, confiesa Paco, en aquel entonces “no sabía nada”.
Tras un viaje a Europa para adquirir equipo de vinificación, Paco Rodríguez decidió estudiar una maestría en enología. En 1976, gracias a una beca-crédito de la empresa, ingresó a la Universidad de Montpellier, en Francia.
Dos años después regresó a Casa Madero como enólogo, puesto que ocupó durante 50 años, hasta 2022. A pesar de su retiro, continúa apoyando la industria vinícola en Coahuila.
LOS DESAFÍOS DEL VINO MEXICANO
En la primera mitad de los años 80, el consumo de vino en México era mínimo y mayormente de importación. La gente no creía en la calidad de las etiquetas mexicanas. “Cuando se comenzó a producir vino mexicano, se vendía poco o casi nada. Después de dos o tres años, teníamos que destilarlo para hacer brandy. Por eso recurrimos al mercado internacional”, narra Francisco Rodríguez.
Fue una época complicada en términos de ventas nacionales. Paco recuerda que, hacia 1985, el brandy prácticamente desapareció, lo que provocó la pérdida de más de 3.000 hectáreas plantadas en Parras.
Posteriormente, se produjo más de 40 variedades de vino, pero el mercado mexicano seguía sin aceptarlas. Fue necesario salir al mercado internacional y promover el producto de la vid nacional en ferias y exposiciones. Poco a poco, se consiguieron clientes en el norte de Europa, especialmente en Inglaterra, Holanda y Alemania. Desde allí, los vinos mexicanos llegaron a países escandinavos.
Los vinos comenzaron a participar en concursos internacionales. En 1989, obtuvo sus primeras dos medallas: una en Londres y otra en Nueva York con la línea de vinos San Lorenzo. “Poco a poco se fue haciendo ruido al participar en diversos concursos, ganando algunas medallas y premios”, relata Paco Rodríguez.
Cerca del año 2000, el mercado nacional comenzó a despertar. Para 2022, el 97% de la venta de vinos se realizó en México, mientras que solo un 3% se destinó a exportación. Paco atribuye este crecimiento al auge de la cocina mexicana, que impulsó la integración del vino en restaurantes, acompañado de sommeliers y cavas bien surtidas.
IMPULSANDO LA INDUSTRIA VINÍCOLA
A finales del siglo XX, junto con José Milmo, Paco Rodríguez planificó estrategias para fomentar el crecimiento de Parras. Decidieron invitar a personas con interés, agua y terrenos a invertir en proyectos vinícolas. Así nacieron bodegas como Rivero González, San Juan de la Vaquería, Don Leo y Hacienda Florida, entre otras.
Gracias a este dinamismo, nuevos proyectos comenzaron a surgir en Coahuila, donde actualmente hay cerca de 40 iniciativas, más de 25 de ellas en Parras. Paco Rodríguez destaca cómo la región ha evolucionado y crecido significativamente en el ámbito vinícola.
Durante casi dos décadas, Paco realizó vendimias en Parras y en diversas partes del mundo, como Argentina, Chile, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Australia. Este aprendizaje global fortaleció su legado, el cual busca preservar en manos mexicanas.
Apoya a la Universidad Tecnológica de Parras desde los inicios de la carrera de Técnico Superior Universitario en Agricultura Sustentable, formando a una nueva generación de enólogos comprometidos con el Valle de Parras.
RECONOCIMIENTOS Y LEGADO
Paco Rodríguez se retiró en 2022 con más de 1.200 medallas obtenidas por los vinos que lideró. Entre sus reconocimientos destaca el premio al Mejor Enólogo otorgado por el Grupo Enológico Mexicano, así como la Doble Medalla para el Malbec 2012 en el Concurso Mundial de Bruselas.
Hoy, su mayor satisfacción es que la gente disfrute de sus creaciones. Su etiqueta líder, 3V —mezcla de Cabernet Sauvignon, Merlot y Tempranillo—, refleja el esfuerzo de toda una vida dedicada al vino.
CONCLUSIÓN
Con un legado que abarca la formación de enólogos, la expansión de viñedos en Parras y el reconocimiento mundial de los vinos mexicanos, es Francisco Rodríguez un verdadero embajador de la vitivinicultura nacional. Su pasión por crear, su compromiso con la calidad y su visión para impulsar la industria dejan una huella imborrable, inspirando a las futuras generaciones a continuar elevando el prestigio del vino mexicano.
