La visita a un asilo de ancianos, aunado a las misas dominicales, le dieron claridad respecto a su anhelo de ser sacerdote
Karla Cortez
La Prensa
SAN JUAN DE SABINAS, COAHUILA.- El padre Alberto Horacio Garza Sánchez celebra 15 años de vida sacerdotal, un camino en el que ha sido luz y guía para muchas personas que han buscado a Dios en sus vidas.
Originario de Múzquiz, Coahuila, es el único hijo varón de Alberto Horacio Garza y Leticia Sánchez, quienes formaron una familia de fuertes valores. Su padre fue un emprendedor que logró expandir su negocio en varios municipios del estado.
Desde joven, su deseo de servir a Dios fue evidente a través de su participación en grupos pastorales y en el servicio al prójimo. Sin embargo, cuando decidió ingresar al seminario, su padre se opuso.
«Soy hijo único varón, con dos hermanas. Cuando le dije a mi padre sobre mi deseo, primero me pidió que terminara una carrera universitaria, pero mi llamado al sacerdocio era más fuerte», recuerda.
Su vocación comenzó a gestarse en el seno familiar y en la comunidad de Múzquiz. Una de sus tías, Margarita, lo llevaba después de misa a un asilo de ancianos para visitar a una vecina suya, y fue ahí donde nació en él el deseo de servir a los demás.
«La vocación es un don y un misterio. Yo nací con él, pero me fui dando cuenta a lo largo de mi infancia. Cuando ingresé al seminario, mi familia no estaba de acuerdo, sobre todo mi padre. Mis hermanas, Claudia Leticia y Zuli, me apoyaban, pero mi papá quería nietos del único hijo varón. Aun así, terminó apoyándome», expresó.
Inicialmente, su intención era estudiar medicina, pero tras una cirugía a los 10 años, comprendió que no era su vocación. Con el tiempo, los retiros espirituales le ayudaron a confirmar su camino.
Su trayectoria en el sacerdocio
El padre Horacio inició su formación con el curso introductorio en el seminario, seguido de dos años de filosofía. Luego realizó un año de servicio, donde fue enviado a apoyar en una rectoría, visitando colonias y brindando catequesis.
Finalmente, fue ordenado sacerdote el 21 de junio de 2010. Su primera asignación fue en la Parroquia de San Juan de los Lagos, en Piedras Negras, donde sirvió bajo la guía del padre Candelario Oyervides, de la ciudad de Saltillo.
Posteriormente, el obispo lo designó encargado de la Pastoral Juvenil a nivel diocesano, asignándolo a la Parroquia de Cristo Rey en Piedras Negras. Luego, fue trasladado a la Parroquia de San Martín de Porres, en Sabinas, donde permaneció seis meses antes de ser asignado a la Parroquia de Guadalupe, también en Sabinas, donde sirvió durante tres años y dejó una huella profunda en la comunidad.
Tiempo después, fue enviado a Roma, Italia, para cursar una licenciatura en Ciencias Teológicas para la Familia y el Matrimonio, estudios que, según él, le han servido enormemente en su labor pastoral.
A su regreso, fue asignado a la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, donde ha servido durante seis años y un mes, guiando a la comunidad y promoviendo proyectos en favor de quienes más lo necesitan.
Momentos que han marcado su ministerio
Uno de los episodios más significativos de su vida sacerdotal fue cuando acompañó en sus últimos momentos a una persona que estaba a punto de fallecer.
«Le dije: ‘Vaya ya con Dios, usted está por partir’. Sin embargo, algunos de sus hijos no estuvieron de acuerdo con mis palabras. Apenas me retiré, la persona falleció. Recuerdo que le pedí al Señor que lo recibiera, pues ya lo había confesado y le di la unción de los enfermos. Fue un momento fuerte, pero lleno de fe», relató.
Otro gran reto fue la pandemia de COVID-19, cuando, pese al temor, nunca dejó de brindar apoyo espiritual a la comunidad.
«Sabía que me iba a contagiar, pero el amor al prójimo fue más grande. No nos quedamos con los brazos cruzados», comentó.
Visitó a enfermos, acompañó a familias en duelo y realizó misas virtuales a través de redes sociales. Una de las iniciativas más emotivas fue una misa especial para los niños el Día del Niño, transmitida en línea, donde se usaron títeres, globos y una cartelera con los nombres de los pequeños que querían estar presentes.
Actualmente, el padre Alberto Horacio Garza continúa al frente de la Iglesia del Sagrado Corazón, que recientemente celebró su centenario. Es muy querido por la comunidad, que lo respalda en cada uno de sus proyectos, siempre enfocados en el servicio y la ayuda a los demás.