En esta celebración cantan, bailan y oran en un espacio abarrotado, y dedicado a los más pequeños, quienes participan con devoción y alegría
Gloria Jaramillo
LA PRENSA
El templo es insuficiente para cientos de feligreses –la mitad niños- que abarrotan la parroquia San Antonio de Padua, ubicada en la colonia Progreso de Monclova. La misa se retrasa minutos mientras voluntarios colocan sillas hasta afuera del recinto, pero la feligresía sigue llegando y algunos se quedan de pie. Es la celebración especial que tiene lugar cada domingo a la 1:30 de la tarde.
Entre los acordes y las voces del coro Maranatha Junior, que entona el canto de bienvenida, los concurrentes se ponen de pie, mientras el Padre Cristian Figueroa aparece con su sotana clara para iniciar con la celebración, y detrás de él “San Antony”, una botarga con rasgos infantiles y túnica similar a San Antonio de Padua.
Entre las bancas se superponen rostros infantiles, de padres jóvenes, adultos y abuelos, contagiados por la energía que irradian los más pequeños, incluso bebés, protagonistas de la misa, que el Padre Cristian dirige desde hace cinco meses, antes en la parroquia de San Buenaventura.
Entre la multitud se encuentran también catequistas y el grupo juvenil Shaddai.
“San Antony” hoy tiene como invitada a “Sor Yeyé”, de las hermanas Oblatas de Santa Martha y “Timba”, del Seminario Diocesano de Saltillo, quienes interactuaron con los niños por esta ocasión como invitados.
La homilía está dirigida a los niños, y el mensaje es acerca de su capacidad para lograr lo que se propongan.
El Padre Cristian empieza preguntando a los pequeños asistentes acerca de sus talentos, en lo que sus padres les dicen que son buenos, y luego micrófono en mano va pasando entre las bancas escuchando las respuestas de las manitas que se levantan para participar: “para el básquetbol”, “para el ballet”, “para la escuela”, “para bailar”, “para las matemáticas”, “para cantar”, “para el béisbol”, “para la danza folcklórica”, “para ir al kínder”.
“Niños, ¿alguna vez les dijeron a ustedes, tú no eres bueno para esto, tú no sirves para las matemáticas, o para el futbol, alguna vez les ha dicho mamá o papi no puedes?”, pregunta.
Enseguida aborda el personaje del Evangelio, Pedro un pescador, que se quejaba de haber estado intentando pescar toda la noche y no había conseguido nada, a lo que Dios le respondió que lanzara las redes mar adentro.
“Así hay personas que no pueden o no quieren hacer las cosas, como algunos niños que dicen: no puedo hacer la tarea, a ver, ¿no puedes o no quieres?; Los niños ni los papás pueden expresar esas palabras “no puedo”, cual es la frase que debemos cambiar? Sí puedo, o al menos lo voy a intentar”, exhorta a los pequeños quienes escuchan atentos.
Al centro de la parroquia se encuentran cajones que asemejan vagones de ferrocarril, y en un momento determinado los niños, cantando, se introducen en ellos para iniciar un recorrido, seguidos por cientos de pequeños feligreses quienes atraviesan los pasillos del templo y salen por las puertas laterales al exterior, mientras en el interior de la iglesia el resto de los presentes hace con los brazos el movimiento de echar a andar el tren.
A quienes celebran su cumpleaños se les hace mención especial y se les pasa al altar, donde reciben unos vistosos y coloridos anteojos que el mismo sacerdote les coloca, y acto seguido el coro y los asistentes les cantan las “mañanitas exprés”.
La misa se extiende poco más de hora y media, sin embargo los niños y los adultos se mantienen atentos hasta el final, en que reciben la bendición del Padre Cristian.