En esta entrevista entrelaza recuerdos felices, anécdotas y una profunda tristeza por el cierre de lo que la Siderúrgica más grandes de Latinoamérica
Alberto Rojas Carrizales
LA PRENSA
Don Raúl Carranza Rodríguez era un mozo de 14 años de edad cuando en 1943 ingresó a trabajar de mensajero en un sitio donde cientos de hombres rudos con pedazos de chatarra armaban como rompecabezas Altos de México, proyecto iniciado en 1942 por Harold R. Pape.
La voz aguda de don Raúl se quiebra, arruga el entrecejo y con pucheros expresa su abatimiento por el cierre de AHMSA en diciembre de 2022, la acerera se colapsó no por incosteable, sino por actos irracionales, pero el nonagenario le apuesta a una recapitalización para reactivación.
“Si el Presidente no ayuda, no coopera para una reactivación, entonces no hay nada y López Obrador en nada ayudó”, lamenta entrelazando las manos, pero luego las libera y aplica ademanes durante entrevista en su hogar, una antigua casona de casi 200 años de antigüedad.
Carranza que presenció la creación y florecimiento de AHMSA, se nota feliz cuando atrae recuerdos de su adolescencia y se refiere a aquella aldea de ensueño casi totalmente agrícola rebosante de nogales, de incontables vergeles y donde la céntrica casona donde vive en calle Jesús Silva era la última de la entonces pequeña población.
SOL OCULTO POR NOGALES
No podíamos ver el sol por la intensa nogalera de hasta 20 metros de altura- dice sonriendo Carranza como si estuviera recordando las apaleadas cuando en los caseríos se levantaba la cosecha de la nuez. Al poniente de su casa solo había charcos con el croac de las ranas y el camino desolado a Villa Frontera.
De 96 años de edad, habita en una vivienda de adobe con seis metros de altura y paredes de 80 centímetros de grosor, en el diminuto patio una fuente es parte de los vestigios de lo que fue una residencia española del siglo 19.
“Monclova en la época era un rancho grandote, en 1943 Manuel Facundo amigo de mi papá Francisco Carranza, era secretario del Jefe de Personal de AHMSA, López España y un día se presentó la oportunidad de trabajar de mensajero y entré repartiendo cartas al interior de la empresa por todos los departamentos”.
La nostalgia es el vehículo que lo transporta a sus 95 años de edad, a aquellos días en que las oficinas generales era un edificio muy grande de concreto donde despachaban al lado del ingeniero Pape, los señores César Luna y Fernando Maluy.
PIONERO Y SOBREVIVIENTE
Don Raúl, uno de los pioneros de AHMSA y posiblemente el único sobreviviente, se sumerge a inicios de los años cuarenta cuando en la empresa las secretarias del departamento de Personal eran Olga López y Angélica Grimaldo; en la jefatura de Construcción el ingeniero Betancourt y en Ladrillo Refractario, el ingeniero Pérez.
En Fundición, Miguel Meléndez; en Taller Mecánico, Berumen; en la Fragua, Juan Lobo; en Grúas Eléctricas, Faustino Palma que tenía de ayudante a Carlos Acosta, además en Taller Eléctrico, Luis Villasana; y en Maquinaria Pesada que eran grúas terrestres su hermano Rodolfo Carranza.
Y sigue contando, en Trabajos Diversos, Azcárraga; en la Jefatura de Tubería otro Berumen, y su asistente su padre Francisco Carranza, en tanto en el área de Laboratorio un ingeniero de apellido García y de secretario Ramón Riojas.
“En Laminación, Alejandro Velarde; en Transportes, Arturo Vara, y mi hermano Mario Carranza en La Pedrera’, expresa Carranza uno de los primeros trabajadores becados por AHMSA, tal vez el primero, al ser enviado a capacitarse a Los Ángeles, California, en el sistema de Grúas Eléctricas.
Cuando se le pregunta si sus sentimientos crujieron ante el cierre de AHMSA y la incertidumbre que enfrenta, entonces su rostro refleja tristeza y el llanto amaga con aparecer, por segundos guarda silencio para intentar recuperarse y entonces subraya;
“Si el presidente no ayuda, no coopera, entonces no hay nada y López Obrador en nada ayudó, pero ahora con esta señora presidenta, es otro color. ¿Entonces usted cree en la reactivación de AHMSA?, ¡Claro!, “es más, no pasa el año sin que se venda a empresarios, tengo fe, y a jalar, pa’ que yo te lo diga”.