Cuando su esposo perdió abruptamente su empleo en AHMSA, resistió el golpe emocional y económico, y se reinventó de mil formas para obtener los recursos que faltaban
Alberto Rojas Carrizales
LA PRENSA
Cuando entre el personal de AHMSA escaseó el dinero hasta para lo esencial, las familias se reinventaron para subsistir y emprendedoras esposas contribuyeron con esfuerzo, tenacidad y lucha a enfrentar el cierre de la siderúrgica vendiendo postres, tamales, chorizo, pasteles y otros productos.
En la emergencia y frente a una angustia inédita, los trabajadores quincuagenarios con solicitud en mano tocaron puertas en fábricas y talleres, pero la edad impidió reinsertarse en otro empleo, muchos ansiaban que acelerara el tiempo para alcanzar la cesantía en el IMSS después de más de cuatro décadas en una siderúrgica de alto riesgo.
En el Día Internacional de la Mujer, Marcela Rosales es ejemplo de solidaridad, fe y tenacidad con que derrotó la angustia en la época más difícil de su vida, su marido Fernando Muñiz Contreras se sumó a vender los productos hechos en casa, frente a una abundante competencia en calles, “pulgas” y redes sociales con la depresión y estrés acechando.
“Aprendí cocina tomando cursos en el IMSS e ICADEP, hago pastelitos, banquetes y pasteles para fiestas, postres, chorizo, cuando cerró AHMSA fueron tiempos difíciles porque nada garantizaba la recuperación al menos de la inversión, entonces había que vender porque los recibos llegan y las necesidades son muchas”, señaló la señora Marcela Rosales de Muñiz.
Con sollozos, dijo que entre trabajadores fallecidos por depresión tras el cierre de Altos Hornos de México hubo amistades de la familia, por lo que otra labor hacia el jefe de la casa fue de motivarlo diariamente con palabras de aliento y decirle que habrían de salir adelante pese a los días oscuros a partir de que AHMSA dejó de pagar.
“Nos colocamos afuera de la Clínica 85 del IMSS en Frontera ofreciendo en venta champurrado, tamales, postres, salsas, hoy en día seguimos en la lucha para salir adelante porque llegan los recibos de CFE y SIMAS tenemos que pagarlos, entonces hay que buscar por todos lados”, dijo más adelante.
Una vez que hace dos años la empresa dejó de pagar a sus trabajadores, la señora Rosales indicó que sintió mucho coraje e impotencia frente a una situación injusta donde en el caso de su esposo trabajó 40 años en el Taller BOF II a cambio de nada y con una grave incertidumbre en la economía familiar
“Hablaba mucho con mi esposo, le decía que no se desesperara, que íbamos a salir adelante, que no faltaría el plato de comida, pero que había que vender porque de lo contrario tendríamos pérdidas, además habría que cubrir gastos de gasolina, gastos de la semana, de la escuela de los muchachos, había miedo de no vender y que se nos quedaran nuestros productos”, recordó.
Dice que actualmente no alimentan muchas ilusiones de que AHMSA pague algo a los trabajadores, pero que la esperanza está vigente, esa misma esperanza que transmitió a su marido para que no decayera y que sintiera el apoyo que llevó a salir adelante porque saben trabajar.
Recuerda los días en que muchas mujeres afectadas por AHMSA salieron a hacer lo mismo, a hacer la lucha vendiendo comida. “Otra parte de mi labor era poner alegre a mi esposo, a motivarlo, gracias a Dios seguimos en la lucha, acaba de obtener su pensión en el IMSS, pero le seguimos con nuestros productos”.
Más de dos años después que la economía de los trabajadores de AHMSA quedó a la deriva, Marcela Rosales en este Día Internacional de la Mujer, es ejemplo de trabajo incansable, de no dejarse derrotar por las adversidades, de enorme solidaridad y amor hacia su marido e hijos, de salir adelante por más fuerte que arreció la tormenta.