VIAJE DE PLACER TERMINÓ EN TRAGEDIA
Entre las víctimas, una madre y su pequeño fueron hallados abrazados en un último gesto de amor. En el traslado también pierden la vida una mujer más y una niña de 7 años; el conductor huyó
Por: José Moreno
LA PRENSA
PARRAS, COAHUILA. – En un instante, un viaje turístico se convirtió en una tragedia. Entre los hierros retorcidos de una camioneta volcada, una imagen desgarradora conmovió a rescatistas y testigos: el cuerpo de una madre aún abrazaba a su hijo pequeño, como si en su último acto de amor intentara protegerlo del destino inevitable.
El accidente ocurrió la mañana del domingo en el kilómetro 144 de la carretera Torreón-Saltillo, entre los ejidos El Mimbre y San Rafael de los Milagros. La unidad, perteneciente a la empresa “Viajes Chekolin García”, transportaba a varias familias que se dirigieron de Torreón a Monterrey.
Las víctimas fatales fueron Brianda Eulalia Hernández Santiago, de 32 años, y su hijo Saúl Israel, de cuatro. También se reportó la muerte de Estefanía Mercedes Rodríguez González, de 32 años, y Amelia Elizabeth López Rodríguez, de siete, quienes fueron trasladadas al hospital, pero no lograron sobrevivir.
Según las primeras investigaciones, el conductor del vehículo habría perdido el control tras quedarse dormido al volante, lo que provocó la volcadura. Testigos afirman que el chofer, en lugar de auxiliar a los pasajeros, huyó del lugar, dejando a los lesionados y fallecidos abandonados a su suerte.
Paramédicos de la Cruz Roja de Parras acudieron de inmediato para brindar atención a los sobrevivientes, mientras elementos de la Guardia Nacional División Caminos tomaban conocimiento del accidente. La Agencia de Investigación Criminal del Estado se hizo cargo de los cuerpos para realizar las necropsias de ley.
Las autoridades han iniciado la búsqueda del conductor para esclarecer los hechos y determinar responsabilidades.
Lo que debió ser un día de alegría se transformó en un recuerdo imborrable de dolor. En una carretera que ha sido testigo de historias incontables, esta vez, un último abrazo quedó marcado como símbolo de un amor que ni la muerte pudo separar.