Antes de ser elegido pontífice, el nuevo Papa recorrió tierras coahuilenses como fraile agustino, sembrando cercanía, humildad y legado espiritual que hoy enorgullece a toda la comunidad
Alonso Crisante
LA PRENSA
RAMOS ARIZPE, COAHUILA.– La reciente elección del Papa León XIV ha resonado con fuerza en todo el mundo, pero en una pequeña ciudad del norte de México, la noticia ha adquirido un eco íntimo y emotivo. Para los habitantes de Ramos Arizpe, la llegada del nuevo pontífice al trono de Pedro es también el recuerdo de una visita discreta, pero profundamente significativa: hace aproximadamente 15 años, el entonces Prior General de la Orden de los Frailes Agustinos, Robert Francis Prevost, caminó por sus calles y compartió momentos con la comunidad religiosa local.
Fue en calidad de líder de los agustinos que León XIV llegó a la parroquia de San Nicolás de Tolentino, en una visita que, aunque alejada de reflectores y sin carácter público, dejó huella entre quienes tuvieron la oportunidad de conocerlo. Su paso por Ramos Arizpe formó parte de una gira pastoral y fraterna por comunidades agustinas en México, entre 2001 y 2013, como parte de su labor canónica dentro de la orden.
El padre Francisco Peña Flores, agustino y ex párroco de la iglesia anfitriona, recuerda la relevancia de aquella visita. “Es una bendición de Dios tener un Papa agustino. Es un impulso a nuestro carisma y una gran alegría para toda la familia agustiniana”, expresó con emoción. Aunque él no estuvo presente directamente durante la estancia de Prevost en Ramos, ha mantenido contacto con religiosos que sí convivieron con el ahora Papa. “México le gustó mucho; como a todo extranjero, le encantó la comida, la calidez. Tenía una vida sencilla. Era un misionero que sabía adaptarse”, añadió.
Por su parte, el padre Roberto Velázquez Tetatzin, también ex párroco de San Nicolás de Tolentino, sí compartió momentos con Prevost en distintas etapas. “Lo conocí cuando aún era estudiante y diácono. Estuve presente en reuniones que él encabezó siendo superior general. Incluso compartimos mesa en Tlalnepantla. Es una gran alegría saber que un hombre de su humildad y entrega guiará ahora a millones de católicos”, compartió.
La comunidad agustina en Ramos Arizpe no ha olvidado la calidez y espiritualidad de aquel visitante. Lo describen como un hombre de carácter firme, vocación social y profunda vida espiritual, cualidades que muchos confían marcarán su pontificado. Su compromiso con las causas sociales y la justicia fue evidente también durante su largo ministerio en Perú, donde trabajó directamente con comunidades marginadas y participó en labores de ayuda durante emergencias.
León XIV, cuyo nombre secular es Robert Francis Prevost Martínez, es originario de Chicago y misionero en América Latina por más de tres décadas. Sirvió como obispo de Chiclayo, cardenal y colaborador del Vaticano en temas de nombramientos episcopales antes de ser elegido pontífice. Es además el primer Papa en la historia perteneciente a la orden de San Agustín, un hecho que ha sido celebrado como un hito dentro de la Iglesia.
“Es algo insólito”, comentó el padre Peña Flores, quien señaló que esta elección representa un compromiso renovado para los agustinos: “Nos obliga aún más a ser testimonio vivo del Evangelio como religiosos”.
Hoy, con la noticia de su elección, la comunidad de Ramos Arizpe revive con orgullo y gratitud aquella visita. La parroquia de San Nicolás de Tolentino, testigo de su paso, cobra un nuevo significado espiritual. Para los fieles locales, tener entre sus memorias al hombre que ahora guía a la Iglesia Universal es motivo de profunda reflexión y esperanza.
“El mensaje es claro: vivamos nuestra fe con alegría. Oremos mucho por el Papa. Él es ahora nuestro pastor y necesita del apoyo espiritual de todos”, concluyó Peña Flores. En Ramos Arizpe, el nuevo Papa no es solo una figura lejana; es un recuerdo cercano, un visitante fraterno que ahora lidera con humildad desde Roma.