El panteón Jardín de los Pinos lució repleto de quienes acudieron para rendir un tributo cargado de nostalgia y amor
Susana Mendoza
La Prensa
SALTILLO, COAHUILA.- Entre globos, música y lágrimas contenidas, este sábado 10 de mayo, decenas de familias acudieron al panteón Jardín de los Pinos para rendir homenaje a las madres que han partido, en un emotivo tributo cargado de nostalgia y amor.
Desde temprana hora, los pasillos del camposanto se llenaron de visitantes. Algunas familias llegaron con arreglos florales y globos con frases como “Te amo” o “Gracias por todo, mamá”; otras optaron por una ofrenda distinta: la música. Acompañados por grupos de fara fara o con bocinas portátiles, los deudos reprodujeron las canciones favoritas de sus madres, logrando que el recuerdo se convirtiera, por momentos, en celebración.
“Venimos a cantarle a mi mamá, como le gustaba”, expresó una mujer mientras sonaban los acordes de Gema frente a la tumba adornada con rosas y un retrato sonriente.
Afuera del panteón, el ambiente era más festivo: puestos de flores, churros, papitas, fruta picada y aguas frescas daban la bienvenida a los asistentes, recordando que el amor también se expresa con detalles sencillos.
Al interior, se celebró una misa en memoria de las madres difuntas. El padre Claudio Longoria presidió la eucaristía, recordando a los presentes que el amor de una madre trasciende incluso la muerte: “Una madre no se va, permanece viva en el corazón de quienes la aman”.
Tras la misa, muchas familias continuaron su recorrido hacia las tumbas, donde compartieron anécdotas, oraciones y hasta un baile. Una familia, por ejemplo, llevó una bocina portátil para poner a todo volumen temas de Rigo Tovar, provocando sonrisas y pasos de baile que, entre lágrimas, aliviaron por un momento la ausencia.
Así, en un ambiente donde el duelo se mezcla con la gratitud, el Jardín de los Pinos se convirtió este Día de las Madres en un espacio de encuentro entre la memoria y la celebración de quienes dejaron huella eterna.