Reciben flores de sus seres queridos, en un día que no estuvo exento de lágrimas de quienes los recuerdan en el mundo terrenal
Fabiola Sánchez
LA PRENSA
En medio del silencio, entre cruces y lápidas, este 10 de mayo el Panteón Guadalupe se llenó de vida; miles de personas acudieron con ramos de flores, veladoras y lágrimas para rendir homenaje a las madres que ya no están, convirtiendo el camposanto en un jardín de memoria, amor y nostalgia.
Uno de los testimonios más conmovedores fue el de María Virginia García Jiménez, una mujer de 73 años que desde hace más de dos décadas visita la tumba de su madre, Celia Jiménez Valdés, y de su padre, Antonio García Chacón.
“Hace más de 20 años que no tengo a mi mamá, pero mientras Dios me dé salud, aquí estaré, no solo el 10 de mayo… yo vengo cada que la extraño”, compartió con voz serena, desde el corazón de la sección donde descansan sus seres queridos.
Originaria de Tamaulipas y vecina de la colonia Las Flores, doña María explicó que sus hijos, ahora radicados en Estados Unidos, también recuerdan con cariño a su abuela.
Así como María, decenas de familias convirtieron este día en una jornada de reflexión y cariño, entre flores que dicen lo que las palabras ya no pueden.