Rubén Moreira Valdez
Giovani Falcone nació en Palermo un 18 de mayo de 1939 y
lo mataron en mayo de 1992. Utilizaron 500 kilos de explosivos y el estallido fue detectado por los sismógrafos. Semanas después le quitaron la vida a su colaborador Paolo Borsellino, antes a políticos y policías que se habían propuesto castigar a la mafia.
En Italia hay tres grandes corporativos delincuenciales que funcionan con lógicas distintas: Cosa Nostra, Camorra y Ndrangheta. Desafían al poder del Estado y su influencia trasciende las fronteras. Conocemos historias y anécdotas por películas que en muchas ocasiones banalizan la violencia y hasta generan simpatía con los criminales.
En 1990, Falcone vino a México e impartió tres conferencias. Lo trajo Ignacio Carrillo, entonces director del INACIPE, y solo estuvo unos días en el país. Una nota de prensa relata que se tomaron providencias para cuidarlo, pero que el siciliano tuvo oportunidades de movilidad que le eran vedadas en su tierra.
Un pequeño volumen recoge los discursos y preguntas de aquellas jornadas. Lo tengo en mis manos y transcribo unas líneas donde se habla del control de la mafia sobre los presupuestos municipales en Italia, un fenómeno ahora común en México: “¿Cómo se realiza este control? De dos maneras: primero, buscando intervenir sobre la adjudicación de las obras… otro signo es que, ya desde hace tiempo, han empezado a ser asesinados también empresarios por haber rechazado someterse a las intimidaciones mafiosas”.
Líneas adelante el juez agrega: “En las elecciones realizadas este año (1990) para la administración de las municipalidades en Italia, la mafia ejerció una presión sin precedentes. Fueron asesinados varios candidatos y, más allá de la motivación, hay un dato en común: el claro interés de la mafia por mantener en las administraciones municipales a personas dóciles que puedan estar de acuerdo con la organización”.
Hay municipios mexicanos que han sido secuestrados por el crimen organizado y los datos sobran para demostrarlo. En la pasada campaña presidencial, los partidos opositores señalaron la intervención de los delincuentes en la contienda y ahora son usuales las noticias de ataques y homicidios contra funcionarios de alcaldías. Es sabido que los criminales, en un buen número de entidades, se han adueñado de las tesorerías municipales.
Una respuesta eficaz demanda la acción de los tres órdenes de gobierno; los poderes Judicial, Ejecutivo y Legislativo de la federación y de los estados, y la oposición. No actuar es mezquino y criminal.
Ante la posibilidad de la detección de irregularidades en obras y adquisiciones, pregunté a un alcalde sobre cómo libraba la responsabilidad en las auditorías. Dijo: “con Morena todo es opaco y eso ayuda; los malos se ocupan de las auditorías y, en su caso, prefiero la cárcel que morir degollado”.
Falcone llevó a juicio a cientos de criminales y presumía que no tenía hijos para no dejar huérfanos.