Toman el exterior de la escuela para manifestarse por deficiencias en calidad educativa, insalubridad y una administración indiferente
Por Iván Villarreal
La Prensa
Monclova, Coahuila
La mañana de este martes, decenas de estudiantes de la Universidad Autónoma de Durango, Campus Monclova, tomaron el exterior de su institución para manifestarse pacíficamente en contra de lo que describen como un cúmulo de deficiencias graves en la calidad educativa, condiciones indignas de infraestructura y una administración indiferente.
Con pancartas, coraje contenido y testimonios contundentes, los jóvenes denunciaron una serie de carencias que afectan su formación académica y su bienestar personal: laboratorios clausurados o inexistentes, prácticas profesionales impedidas por falta de equipo, ausencia de agua potable, higiene cuestionable en áreas como cocina —donde incluso mencionaron haber encontrado una rata muerta—, e instalaciones que describen como “inhumanas”.
“Estamos pagando $2,640 mensuales, más $500 de recargo por inscripción, y ni siquiera tenemos agua en los baños o en cocina. Los de gastronomía lavan sus utensilios en donde se lavan trapeadores. Eso no es educación de calidad”, expresó una estudiante visiblemente afectada.
Los alumnos señalaron también una presunta represión hacia quienes intentaron sumarse a la protesta. Particularmente, denunciaron que a sus compañeros de la carrera de Medicina se les impidió asistir mediante amenazas y exámenes extraordinarios agendados a propósito a la misma hora que la manifestación.
“Tenemos pruebas, imágenes, testimonios. Hay condiciones insalubres en los salones, en medicina toman clases entre basura, y ni siquiera hay papel higiénico en los baños. Nos dicen que traigamos el nuestro desde casa”, relató otra alumna.
Durante la protesta, la directora del plantel fue interpelada por los manifestantes y madres de familia que exigieron su compromiso formal con una lista de peticiones claras, entre ellas: mejoras en infraestructura, acceso a laboratorios, entrega oportuna de títulos, y fin a las amenazas. Aunque la directora aseguró que atenderá los reclamos y se comprometió a reunirse nuevamente el próximo miércoles, se negó a firmar un documento oficial con las demandas.
“La palabra ya no basta, señora. Queremos compromisos por escrito. Papelito habla”, exigieron los alumnos, frustrados por lo que consideran promesas incumplidas por generaciones anteriores.
La tensión escaló cuando personal de la universidad intentó impedir el acceso de medios de comunicación, argumentando que se trataba de propiedad privada. Hubo empujones y palabras subidas de tono. “Esto también es educación”, reclamó un estudiante tras ver cómo un reportero era retirado por la fuerza.
Los manifestantes fueron claros: no regresarán a clases hasta que vean cambios concretos. “Preferimos perder un parcial que seguir perdiendo la carrera entera”, dijeron. La protesta fue respaldada incluso por algunos docentes, quienes también denuncian que las condiciones no permiten enseñar adecuadamente.
El próximo miércoles será decisivo. Si la administración no cumple con lo acordado —afirman los estudiantes—, continuarán las movilizaciones. “Si no hay nada, renuncia”, exigieron a la directora como ultimátum. La comunidad estudiantil, harta del silencio institucional, exige una sola cosa: dignidad académica.