Apenas hace semanas, su hija fue asesinada con saña frente a sus ojos, afuera del Banco Bienestar; un dolor del que ya no pudo recuperarse
Fabiola Sánchez
LA PRENSA
Doña Juanita Diamantina Piña murió con el alma rota; desde aquel 23 de mayo, cuando fue testigo del feminicidio de su hija Leticia Martínez, su cuerpo comenzó a apagarse lentamente, no fue solo su edad, ni la enfermedad: fue el dolor, la impotencia, el silencio desgarrador de una madre que vio morir a su hija sin poder defenderla. A los 90 años, falleció este jueves en su domicilio en el sector El Pueblo.
Leticia Martínez era su única hija mujer entre cinco hijos y habría vuelto al hogar después de la separación de su pareja y se dedicó a cuidar a su madre, quien meses antes había sido intervenida quirúrgicamente tras fracturarse la cadera.
El feminicidio ocurrió el pasado 23 de mayo al exterior del Banco Bienestar a donde Leticia había acompañado a su madre a cobrar la pensión, sitio hasta donde llego Cirilo su ex pareja y frente a su madre y decena de personas la ataco brutalmente, presenciando dicha atrocidad doña Juanita.
Desde entonces, el deterioro emocional y físico de doña Juanita fue devastador, sus familiares relatan que su salud se desplomó, arrastrada por el peso de la tristeza.
Fue internada días atrás en el hospital Amparo Pape de Benavides, donde los médicos la declararon sin posibilidades de recuperación, sus hijos Roberto, José Luis, José Antonio y Manuel decidieron llevarla de regreso a casa, para cuidarla en sus últimas horas y acompañarla en el doloroso camino del adiós.
Este jueves, doña Juanita dejó de respirar, murió con el rostro marcado por la pena más cruel que puede soportar una madre, su partida dejó en sus hijos una segunda herida, igual de profunda: perder a su madre, después de perder a su hermana.
Familiares y amigo sin asimilar lo ocurrido se mantuvieron unidos en el dolor para despedir el cuerpo de doña Juanita, quien fue velada en la capilla funeraria de la CTM.