La emblemática película de terror sigue generando terror a 50 años de su estreno
Hace cinco décadas, en junio de 1975, el cine cambió para siempre con la aparición de un tiburón blanco gigante que emergía de las profundidades. JAWS (Tiburón, en español), dirigida por un joven Steven Spielberg, celebra en 2015 su 50º aniversario como uno de los clásicos indiscutibles del cine de suspenso y la película que dio origen al concepto moderno de “blockbuster” de verano.
Basada en la novela de Peter Benchley, JAWS narra la historia del jefe de policía Martin Brody, un oceanógrafo y un cazador de tiburones que unen fuerzas para acabar con el terror que azota las playas de Amity Island. Su mezcla de tensión, efectos visuales innovadores y una atmósfera inolvidable conquistó al público mundial y sembró un miedo duradero al mar. Hasta miedo daba meterse a la regadera.
Uno de los elementos clave de su éxito fue, sin duda alguna, la música compuesta por el legendario director de orquesta John Williams, quien creó un score minimalista y amenazante que se convirtió en sinónimo del peligro inminente. Con apenas dos notas repetidas, Williams logró representar el acecho del tiburón de manera tan efectiva que la música, más que la criatura misma, se convirtió en el verdadero villano de la historia. Esta banda sonora le valió un Premio Óscar y catapultó su colaboración con Spielberg, que se extendería por décadas con películas como Jurassic Park o Indiana Jones.
Con un presupuesto modesto y numerosos problemas de producción (como el tiburón mecánico que apenas funcionaba), Spielberg usó la sugestión y el suspenso más que el monstruo en sí, lo que terminó siendo una de las decisiones más efectivas de la historia del cine.
En su aniversario 50, JAWS no solo se celebra por su impacto cultural, sino por haber impulsado la carrera de Spielberg, redefinido el cine de verano y recordarnos que, a veces, lo que no vemos es lo que más nos asusta.
“Vas a necesitar un barco más grande” no es solo una frase icónica de la película, es parte de una leyenda cinematográfica que sigue viva cada vez que alguien duda en meterse al agua.