“Estamos llamados a la felicidad, no a la tragedia”, expresó Fray Hilario González García y llamó a la reconciliación familiar y a la reconstrucción del tejido social
Por Iván Villarreal
La Prensa
Con tristeza y preocupación, el Obispo de la Diócesis de Saltillo, Hilario González García, lamentó el reciente feminicidio ocurrido en Ciudad Frontera, Coahuila, e hizo un llamado urgente a la reflexión, a la reconciliación familiar y a la reconstrucción del tejido social, como única vía para prevenir más tragedias como esta.
Durante su declaración, el prelado expresó su dolor por el hecho, en el que tras un acto violento contra una mujer, el agresor terminó quitándose la vida. “Es una lástima. Pedimos por el descanso eterno de ambos, que el Señor juzgue sus obras”, dijo conmovido, exhortando a la ciudadanía a mirar estos hechos como un espejo de las rupturas que se viven en los hogares y en los corazones.
“Esta tragedia debe ponernos a pensar qué estamos haciendo con nuestra vida y cómo nos estamos tratando entre nosotros”, expresó. Señaló que es el segundo caso similar en la región en poco tiempo, recordando un hecho reciente afuera del Banco del Bienestar en Ciudad Múzquiz, donde también un feminicidio fue seguido de un suicidio.
Para el obispo, estas situaciones reflejan una profunda crisis en las relaciones humanas y espirituales. “Es momento de reconciliarnos, de superar las diferencias y de identificar aquello que no nos está ayudando a vivir en armonía. Puede haber problemas difíciles, sí, pero siempre hay una solución si nos acercamos a Dios”, insistió.
Reconoció que no le corresponde juzgar las conciencias de los implicados, pero enfatizó que la violencia nunca debe ser una salida. “Estamos llamados a la felicidad, no a la tragedia”, reiteró, subrayando la necesidad de revisar la vida familiar y de pareja, con un enfoque en el respeto, el diálogo y el amor auténtico.
Hilario González también subrayó el papel de las autoridades en la prevención, mencionando que muchas veces los problemas familiares reflejan una desintegración más profunda del tejido social. “Debemos volver a tejer como Dios quiere: desde el corazón de cada persona, hacia la familia y la comunidad”.
Finalmente, dirigió un mensaje a quienes atraviesan conflictos sentimentales o piensan en hacerle daño a su pareja: “Revisen cómo se están tratando, si hay amor verdadero o si algo está faltando. No es tarde para pedir ayuda, para sanar, para cambiar”.
En medio de este año dedicado a la esperanza por la Iglesia Católica, el obispo invitó a los fieles a convertirse en Peregrinos de Esperanza, a confiar en Dios y a construir una sociedad donde cada vida sea respetada, valorada y protegida.