El telescopio James Webb logra una hazaña histórica: captura la primera imagen directa de un exoplaneta del tamaño de Saturno, TWA 7b, orbitando una estrella joven.
En un nuevo avance astronómico captado por el Telescopio Espacial James Webb (JWST) se está convirtiendo en una hazaña inédita, luego de que logró capturar la primera imagen directa de un exoplaneta del tamaño de Saturno, fuera de del sistema solar.
Este planeta, llamado TWA 7b, orbita una joven estrella enana roja ubicada a unos 111 años luz de la Tierra, en la constelación de Hydra, que, en términos cósmicos, lo verdaderamente impresionante es su tamaño: con una masa similar a la de Saturno, es el exoplaneta más pequeño jamás fotografiado directamente.
¿Por qué es tan importante?
Hasta ahora, la mayoría de los más de 5,000 exoplanetas descubiertos se han detectado de forma indirecta, observando los efectos que causan en sus estrellas: pequeñas disminuciones de luz cuando pasan por delante, o la leve oscilación que generan con su gravedad. Pero verlos de frente, con una cámara espacial, es otro nivel.
Y ahí es donde entra el JWST, que con su sensibilidad infrarroja y su avanzada óptica, logró detectar el tenue resplandor térmico de TWA 7b. Para ello, el equipo utilizó una herramienta muy especial: un coronógrafo, que básicamente bloquea la luz brillante de la estrella, como si hicieran sombra con la mano para ver algo que brilla demasiado.
Astronomers using the powerful mid-infrared MIRI coronagraph aboard #JWST have captured what appears to be a Saturn-mass planet, dubbed TWA 7 b, orbiting the nearby young red dwarf TWA 7 (also known as CE Antilae), about 34 light‑years from Earth.
— Erika (@ExploreCosmos_) June 26, 2025
By combining Webb’s data… pic.twitter.com/BPZb6a6wjv
Un planeta entre los escombros cósmicos
TWA 7b fue localizado dentro de un anillo de polvo que rodea su estrella. Los astrónomos ya sabían que esta estrella joven, con apenas 6.4 millones de años, tenía tres anillos de escombros, similares al cinturón de asteroides o de Kuiper en el sistema solar, pero mucho más visibles por el calor residual que aún emiten.
En una de esas bandas polvorientas, los científicos detectaron una fuente de luz infrarroja apenas perceptible, incrustada dentro de un “agujero” en el polvo: ese era TWA 7b. Al estar tan lejos de su estrella, brilla muy poco, pero lo suficiente como para que Webb lo haya detectado.
Y aún hay más: se observó un anillo delgado de polvo alrededor de la órbita del planeta, algo que solo existía en simulaciones y modelos, pero nunca había sido visto directamente. Es lo que los astrónomos llaman un “Anillo de Troya”, y su existencia refuerza la idea de que estamos viendo un sistema planetario en plena evolución.
Por ahora, los planetas parecidos a la Tierra siguen siendo demasiado pequeños y tenues como para ser observados directamente, incluso por un telescopio tan avanzado como el James Webb, sin embargo, cada uno de sus descubrimientos nos acerca un poco más a entender cómo se forman los planetas, y el sistema solar.
Por Excelsior