Desde el fortalecimiento de la Feria hasta la fundación de la UTP
Comerciante, gestor social, promotor deportivo y defensor de las tradiciones, Armando Gerardo Marcos Ramones ha dejado huella en la vida comunitaria de Parras de la Fuente
Por Lucero Velázquez
La Prensa
PARRAS, COAHUILA. – Hay personas cuya historia se entrelaza de forma tan profunda con la vida de su comunidad que hablar de ellas es hablar también del pueblo que las vio nacer. Ese es el caso de Armando Gerardo Marcos Ramones, hombre de familia, comerciante, promotor deportivo, gestor social y defensor del arraigo parrense, cuya vida ha sido una constante entrega al bienestar colectivo.
Nacido el 23 de julio de 1954 en esta tierra que tanto ama, fue el cuarto de ocho hijos del matrimonio formado por Encarnación Marcos Marcos y Emma Ramones Arredondo. Desde pequeño comprendió el valor del trabajo, apoyando desde temprana edad en el negocio familiar, Casa Marcos, fundada en 1957. De ahí, junto con sus hermanos, surgirían otras iniciativas comerciales como “El Compadre” y Almacenes Marcos (1978), consolidándose como una familia trabajadora, comprometida con el desarrollo local.
EDUCACIÓN Y VOCACIÓN DE SERVICIO
Aunque tuvo la oportunidad de estudiar en instituciones como el TEC de Monterrey o la Universidad Autónoma de Coahuila, su camino tomó otro rumbo. Siendo el mayor de los hermanos que aún vivían en el hogar, eligió quedarse en Parras para apoyar en el negocio familiar. Su formación académica llegó hasta la preparatoria, pero su vida nunca se alejó de la educación: trabajó como profesor de deportes y Teología en el CBTA21, la preparatoria Hernando de Tovar y la Normal Oficial de Parras, donde dejó huella como formador de generaciones y como impulsor del deporte.
Fue seleccionado estatal de básquetbol, y un ferviente promotor de distintas disciplinas deportivas en la región. Presidió ligas de básquetbol, béisbol, fútbol y voleibol, siendo pieza clave para lograr el reacondicionamiento del parque de Beisbol Francisco Pámanes y la creación del campo de béisbol “Parras 91”, inaugurado el 20 de noviembre de 1991, con el apoyo de amigos y ciudadanos comprometidos con el deporte.
LA FERIA DE LA UVA Y EL VINO: ORGULLO Y CORAZÓN DE PARRAS
Entre los capítulos más emblemáticos de la vida de Armando destaca su vínculo con la Feria de la Uva y el Vino, una tradición que para él representa mucho más que una fiesta: es el alma de Parras, la expresión más pura del trabajo, la cultura y la unidad de su gente.
Armando ingresó al comité organizador alrededor de la edición 20, cuando apenas tenía 11 años y con el paso de las décadas su compromiso creció hasta presidir la edición número 50, celebraciones de la feria que no solo fueron históricas por su magnitud, sino también por el cariño con que eran organizadas.
“Esas ediciones de la feria fueron un sueño hecho realidad. Trabajábamos desde enero con un solo objetivo: que fuera para la gente, para el pueblo que tanto nos ha dado”, recuerda con voz llena de emoción. Expresa que en aquella época la feria alcanzó un prestigio nacional que la colocó casi a la par de la Feria Nacional de San Marcos, un logro que llenó de orgullo a toda la comunidad y a ellos como parte del Comité de la Feria.
Con una visión clara y un compromiso sólido, Armando impulsó la formación de una asociación civil con las vinícolas locales de aquel entonces, que permitió administrar los recursos con total transparencia y destinar lo recaudado a obras que beneficiaron a todos los habitantes: pavimentaciones, instalación de transformadores, la ampliación y remodelación del Centro de Convenciones, y otros proyectos que transformaron el rostro de Parras.
“Cada peso invertido fue pensando en mejorar la calidad de vida de nuestra gente, en darle a Parras infraestructura, pero también dignidad”, dice conmovido.
UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE PARRAS: LA SEMILLA QUE FLORECE
Otro de los grandes amores de Armando es la Universidad Tecnológica de Parras (UTP), un proyecto que vio nacer junto a un grupo de visionarios, entre ellos su hermano Rolando Marcos Ramones y el ingeniero Raúl Hernández. Para Armando, la UTP no es solo una institución educativa; es el corazón palpitante de la esperanza y el futuro de Parras.
Fue tal su entrega en el proceso de planeación, gestión y consolidación de la universidad, que forma parte del consejo como miembro vitalicio, honor que refleja su compromiso inquebrantable con la educación y con el porvenir de las nuevas generaciones.
“La UTP nació del sueño de que los jóvenes de nuestra tierra pudieran tener una oportunidad aquí, sin tener que emigrar a otros lugares para estudiar y crecer”, dice con una sonrisa llena de orgullo. “Ver cómo ha crecido, cómo se ha convertido en un faro de luz y conocimiento, es una alegría que no se puede describir con palabras”.
Armando habla con emoción de las carreras especializadas en enoturismo y tecnologías aplicadas a la industria del vino, un sello que hace a la UTP única en la región y que proyecta a Parras como un centro de innovación y tradición.
“Llevo a la UTP en el corazón porque sé que cada alumno que pasa por ahí es un semillero de cambio. Esa universidad es la esperanza viva de que nuestra tierra seguirá creciendo, seguirá soñando y seguirá siendo orgullo para todos nosotros”, afirma con la mirada brillante.
ROLANDO, INSPIRACIÓN Y GUÍA
No se puede hablar de Armando sin mencionar a su familia, en especial a su hermano Rolando Martin Marcos Ramones, quien fue suplente de alcalde, presidente del PRI, de la Feria de la Uva y el Vino, de la Cámara de Comercio y un incansable impulsor del desarrollo de Parras, trayendo incluso el departamento de bomberos a establecerse a Parras y apoyando a la Cruz Roja.
“Rolando fue mi ejemplo, mi inspiración. Siempre estuvo al servicio de la comunidad, con humildad y dedicación. Me enseñó que amar a Parras es dar sin esperar nada a cambio”, recuerda con profunda gratitud.
PRESENTE Y ESPERANZA
Hoy, aunque los tiempos son difíciles y muchos comercios —como el de Armando— enfrentan retos por la situación económica del municipio, él no pierde la fe. Mira a su pueblo con los ojos de quien ha trabajado toda una vida por verlo florecer, y a pesar de las dificultades, su esperanza permanece intacta.
“La situación es complicada, sí. Muchos jóvenes se van porque no encuentran oportunidades aquí. Pero yo sigo creyendo en esta tierra. En su gente. En su corazón”, expresa con firmeza y una voz que se entrecorta por la emoción.
Y es que Armando no habla desde la resignación, sino desde el amor profundo que siente por Parras, ese amor que lo ha impulsado a construir, a sembrar, a quedarse. Cree que, si se trabaja en comunidad, si se recupera el espíritu de unión y compromiso, Parras puede volver a brillar aún más fuerte. Porque el pueblo tiene algo que no se compra ni se pierde: identidad, historia y orgullo.
“La Feria, la Universidad, los parques, las calles que alguna vez ayudamos a pavimentar… todo eso está ahí. Y mientras haya memoria, mientras sigamos luchando por lo que amamos, este pueblo no se cae. Parras es fuerte porque su gente lo es”, dice, con una convicción que emociona.
Para Armando, el presente es un desafío, pero el futuro está lleno de promesa. Y aunque sabe que quizá no le toque ver todos los frutos de su esfuerzo, confía en que las nuevas generaciones sabrán recoger el legado y seguir sembrando esperanza.
Esta es una historia de compromiso silencioso, de un hombre que ha puesto siempre a Parras antes que a sí mismo. De alguien que no buscó reflectores, sino resultados; que prefirió sembrar raíces en su tierra en lugar de buscar otros caminos. De un ciudadano que, con humildad, esfuerzo y visión, ha dejado huella en cada rincón de este pueblo mágico. Gracias por creer en los jóvenes, por impulsar la educación, por enaltecer nuestras tradiciones, por defender con tanto orgullo lo que somos.
