Este emblemático lugar de Sabinas sigue siendo refugio de generaciones, con el mismo mobiliario, aroma y corazón de siempre
Por: Roberto Hernández
LA PRENSA
SABINAS, COAHUILA. – Hay lugares emblemáticos que saben, que huelen a pasado. Espacios donde el tiempo parece haber puesto pausa y los recuerdos cobran vida al primer bocado. En Sabinas, ese sitio se llama La Tampiqueña, y este 8 de julio cumplió 75 años de ser el corazón nostálgico de la ciudad.
Fundada en 1950 por don Feliciano Morales Arizpe, La Tampiqueña comenzó como una fuente de sodas donde se vendían hamburguesas y yuquis. Desde entonces, ha sido el punto de encuentro de generaciones, testigo de primeras citas, festejos, graduaciones, reuniones y despedidas. Hoy, sigue ubicada en la icónica esquina de 5 de Mayo y Lamadrid, donde late la vida sabinense.
Pero lo que realmente distingue a este restaurante no es solo el sabor de sus hamburguesas —que muchos consideran inigualable— sino su atmósfera única. El lugar es una cápsula del pasado, un homenaje al siglo XX y a la cultura popular que marcó a varias generaciones.
En sus paredes cuelgan láminas originales de Marilyn Monroe, Elvis Presley y anuncios antiguos de Coca-Cola, todos enmarcados en lámina metálica.
Un viejo teléfono de disco, una radio antigua, y hasta un caballito de madera de mediados del milenio pasado forman parte del mobiliario, como si cada objeto tuviera una historia que contar.
Todo está ahí para recordarle al visitante que no está solo comiendo: está viajando en el tiempo.
El legado que inició don Feliciano fue continuado en 1973 por su hijo Feliciano Héctor Morales, y más tarde por su nieto, José Martín Morales Salinas, quien mantiene viva la tradición con cariño, respeto y sin alterar la esencia original.
Quienes emigraron de Sabinas no dejan de visitarla cuando regresan. Para muchos, entrar a La Tampiqueña es volver a casa, es reencontrarse con una época más simple, donde bastaba una hamburguesa caliente y una coca helada para ser feliz.
Aún hoy, puede verse desde la ventana la antigua compañía harinera. El local conserva el mostrador, los colores vibrantes y el mobiliario original.
La Tampiqueña no es solo un restaurante, es un símbolo, es memoria, pertenencia y tradición. Es uno de los últimos refugios sabinenses donde aún se puede saborear la historia.