Con la mirada encendida por los recuerdos y a sus 96 años, es sobreviviente de los fundadores de la siderúrgica en 1943. A los 13 años trabajaba como mensajero
Alberto Rojas Carrizales
LA PRENSA
Con la mirada encendida por los recuerdos, don Raúl Carranza, de 96 años, confiesa su más reciente anhelo; recorrer nuevamente la desolada Siderúrgica I de AHMSA y revivir en la memoria aquel lejano 1943, cuando con apenas 13 años, trabajaba como mensajero llevando correspondencia apresurado entre oficinas y talleres.
“¡Cómo no, qué bárbaro!”, exclama al recordar sus idas y venidas por el vasto terreno donde se levantaba la siderúrgica entonces en construcción, Harold R. Pape, había traído desde San Luis, Missouri, un Alto Horno chatarra con la ayuda de Ernesto Beyer, quien fue enviado a supervisar el desarme y traslado.
Carranza, fue testigo en junio de 1944 del encendido del Alto Horno 1 “Guadalupe” evento con el cual oficialmente Altos Hornos de México inició operaciones después de ensambles a partir de octubre de 1942, ahora 81 años después confiesa que le gustaría recorrer las zonas que recorría en su adolescencia.
Claro, dice, “ya son otros departamentos, pero el terreno es el mismo, mientras en Estados Unidos el Alto Horno era desmantelado, aquí se iba armando conforme iban llegando las piezas por ferrocarril”, recuerda abordado en su caserón de la calle Jesús Silva donde en su memoria desfilan los departamentos iníciales de la acerera que lo vio crecer.
“Me gustaría recorrer el área de Fundición, Construcción, Taller Mecánico, Taller Eléctrico, Fragua, y el Alto Horno 1”, explica Carranza como transportándose con imágenes en su mente a aquella época, trabajó en Altos Hornos de México de 1943 a 1962, también fue empresario minero en yacimientos de mármol en Ocampo.
La empresa siderúrgica ahora en situación de quiebra está cerrada desde diciembre de 2022, y don Raúl Carranza no la imagina sin ruido, desolada e inclusive algunas áreas ya en escombro industrial, es tal vez el único sobreviviente de aquellos tiempos de la construcción y arranque de operaciones en AHMSA.
La mensajería era el único medio de comunicación en la época por lo que Carranza trabajaba repartiendo cartas al interior de la empresa por todos los departamentos,ahora la nostalgia es el vehículo que lo transporta a sus 96 años de edad, a aquellos días.
Don Raúl sabe que quizá nunca vuelva a caminar por esos pasillos, pero en su memoria todavía cruza a los 13 años de edad con paso firme el patio industrial, con un sobre en la mano, rumbo a las oficinas de Pape, o abriéndose paso entre grúas, herramientas, ruido, fierros, y las piezas del rompecabezas para armar lo que fue potencia siderúrgica.