Con una filosofía que pondera el trabajo como clave para vivir sano física y mentalmente, don Lorenzo Rodríguez, quien es toda una leyenda en Monclova, cumple este domingo 102 años
Por Iván Villarreal
La Prensa
A las sombras de una carreta estacionada en el patio, junto a dos burritos que mastican hojas de elote, un hombre de sombrero viejo y mirada firme sonríe como si el tiempo no pasara por él. Se llama Lorenzo Rodríguez Castillo, pero todo Monclova lo conoce simplemente como “El Tío”. Este domingo 10 de agosto, cumple 102 años, y lo celebra como ha vivido toda su vida: trabajando, agradeciendo a Dios y echándole ganas.
“El Tío” no se detiene. Aunque la edad pesa, todavía se levanta temprano, prepara su carreta y se pone a vender fruta en vaso por las calles de Monclova. Sus fieles acompañantes son Gabino, un burro terco, y Pánfilo, un burrito manso, que ya forman parte de su familia.
“También necesitan comer… Les traigo hojitas de elote, porque esa es su comida”, explica con orgullo.
Su rutina diaria es un testimonio de su espíritu incansable, demostrando que la edad no es excusa para dejar de trabajar.
Nacido en 1923: Criado a la antigua
Lorenzo nació el 10 de agosto de 1923, en un mundo muy diferente al actual. Recuerda con nitidez el sarampión que lo tumbó cuando tenía apenas 8 o 11 años —la única enfermedad que dice haber sufrido en más de un siglo de vida.
“Dolor de cabeza a veces… pero enfermedad de verdad, no”, comenta con humildad.
Su longevidad, asegura, se debe a una vida sencilla, sin excesos, y a su fe inquebrantable en Dios.
Patriarca de una familia inmensa
“El Tío” es padre de 10 hijos, aunque ha tenido que despedir a tres. Actualmente, cuenta con 7 hijos vivos, 18 nietos, 8 bisnietos y al menos 3 tataranietos. Su linaje es extenso, y él lo lleva con humor:
“Yo sí me tomé en serio eso de poblar el mundo”, dice entre carcajadas.
Su familia es su mayor orgullo, una red de amor y apoyo que lo mantiene firme y lleno de alegría.
Trabajador de alma y cuerpo
En un mundo donde muchos se quejan de la falta de empleo, “El Tío” da ejemplo con hechos:
“Dicen que no hay trabajo… pero uno tiene que salir a buscar. Dios primero, y yo tras de él. Así es como ha sido siempre”.
Pese al calor, la edad y los achaques, sigue saliendo con su carreta. No espera que las cosas lleguen solas. Cree en el esfuerzo, en la voluntad y en la bendición divina, valores que lo han sostenido durante más de un siglo.
Fe, principios y decisiones sabias
Su fe en Dios es inquebrantable. “El Tío” nunca ha bebido alcohol ni se ha metido en problemas. Sabe que la paz y la felicidad están en vivir bien, con respeto y templanza.
“Nunca tomé. La caguama no me deja nada bueno. El que te ofrece una cerveza y no una tortilla no es buen amigo”, afirma tajante.
Para él, una de las decisiones más importantes fue elegir una buena pareja. Convivir y aguantar, como dice, también fue parte de su escuela de vida.
“Si uno no tiene pareja, o empieza con pleitos, ya no fue feliz. Hay que saber convivir”, reflexiona.
De los bailes a la siesta: Recuerdos de juventud
Aunque ya no baila, “El Tío” recuerda con cariño los días de su juventud. Las canciones rancheras, los bailes de antes, las mujeres ligeras para mover y las madrugadas de regreso al trabajo son parte de su historia.
“Me gustaba bailar… pero con las que se movían bonito. Esas que ya las tienes y ni se molestan, no”, bromea entre risas.
Ahora, a sus 102 años, prefiere la tranquilidad de una siesta, pero su espíritu alegre sigue intacto.
Un legado vivo: La celebración de los 102
Lorenzo no quiere fiesta. Dice que no hay dinero, pero tampoco lo necesita. Sabe que llegar a los 102 años con salud, fe y familia ya es motivo suficiente para celebrar.
“Es una dicha muy grande que Diosito me deje estar todavía aquí. Y que me deje con salud. Eso es lo que vale”, afirma.
Su vida es una lección de gratitud y perseverancia, un recordatorio de que la felicidad está en las cosas simples.
Un ejemplo que camina en carreta
En cada esquina de Monclova donde suena el sonido de la carreta y los cascos de los burritos, va el legado de un hombre que representa valores ya escasos: honestidad, trabajo, respeto y gratitud. Lorenzo “El Tío” no tiene riquezas materiales, pero tiene algo mucho más valioso: una vida bien vivida.
“Dios conmigo y yo con él. Y si no hay hoy, salgo mañana. Pero no me rajo.”