De las lenguas originarias a la cultura popular, conoce el origen de este tierno apelativo para los gatos
El término “michi” para referirse a los gatos va más allá de ser un mote cariñoso: refleja siglos de interacción cultural, lingüística e histórica entre pueblos indígenas americanos y los colonizadores europeos.
Desde las palabras quechua, maya, otomí y otras lenguas nativas, hasta el uso de una onomatopeya española, este apodo encierra tradiciones que todavía persisten en nuestro hablar cotidiano.
Una palabra nacida de sonidos y adaptación cultural
Los primeros gatos domésticos llegaron a América durante la conquista española, transportados en barcos para controlar plagas de ratas. Para atraerlos, los colonizadores solían llamarlos en voz alta con expresiones como “mishi mishi”, un sonido práctico y repetitivo que permitía guiarlos. Según la Enciclopedia de Historia Mundial, los pueblos indígenas que escucharon esa repetición interpretaron que “mishi” era el nombre del animal, y así lo adoptaron en sus propias lenguas.
Este fenómeno dio origen a formas parecidas en varias culturas de México:
- Automí: mixi (se pronuncia como “mishi”)
- Maya: miis
- Purépecha: misitu
- Tarahumara: mìisi
- Náhuatl: miztli
La Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la UNAM ha documentado esta gran variedad de formas usadas en México, lo que demuestra cómo comunidades diversas incorporaron una palabra fonéticamente similar a “michi”.
Un apelativo con raíces profundas que perdura en la cultura
La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) define “michi” como un “nombre cariñoso usado para llamar a los gatos domésticos” Su uso se ha difundido ampliamente, especialmente en redes sociales, convirtiéndose en una forma universal de referirse a estos animales en Latinoamérica.
El apodo no solo sobrevive por nostalgia o moda, sino que también fortalece identidad cultural: evoca la continuidad lingüística indígena y, al mismo tiempo, su adaptación al español contemporáneo. En Argentina y otras regiones, también se usa y se asocia con la herencia quechua, pues “mishi” sigue siendo la palabra para gato en ese idioma.
Por El Universal