Más allá del glamour, las soberanas de la feria eran un símbolo de la identidad local, promoviendo la historia, la cultura y la economía de Parras
Por: Lucero Velázquez
LA PRENSA
PARRAS, COAHUILA — Desde sus inicios, la Feria de la Uva y el Vino ha sido uno de los eventos culturales y sociales más emblemáticos de Parras, un municipio con profunda tradición vitivinícola. Parte fundamental de esta fiesta es la elección y representación de sus reinas, cuya figura ha trascendido más allá de la simple coronación, convirtiéndose en un símbolo vivo de identidad, orgullo y promoción de esta tierra generosa.
En las décadas pasadas, especialmente durante los años 70, 80 y 90, las reinas de la feria no solo representaban belleza y elegancia, sino que eran embajadoras incansables de las costumbres, historia y riqueza agrícola de la región. La coronación, un evento muy esperado, se convertía en un acto solemne que reunía a autoridades, productores, familias y visitantes que compartían la emoción de celebrar el fruto del trabajo en los viñedos.
EL PERFIL DE LA REINA EN ÉPOCAS PASADAS
Las reinas de antes se elegían entre jóvenes locales que, además de cumplir con requisitos de porte y carisma, debían mostrar conocimiento y respeto por la cultura parrense. Muchas de ellas provenían de familias ligadas directa o indirectamente a la industria vitivinícola o al comercio local, lo que las hacía portadoras genuinas de la tradición.
En aquella época, las candidatas participaban en múltiples actividades previas al evento central: recorridos por las bodegas, visitas a los campos de uva, participación en talleres culturales y en labores sociales que buscaban vincularlas con la comunidad. Su papel era activo y comprometido, pues se esperaba que durante su reinado fueran promotoras de la feria y de los productos locales, viajando incluso a otras regiones para difundir el prestigio de Parras.
LA CORONACIÓN: UN RITUAL LLENO DE SIGNIFICADO
La ceremonia de coronación en décadas anteriores era un evento cargado de formalidad y simbolismo. La elección se hacía en un ambiente festivo, pero respetuoso, donde la reina elegida recibía la corona de manos de autoridades municipales o de una reina saliente, marcando así la continuidad de una tradición centenaria.
Los vestidos eran elaborados con telas finas y adornos inspirados en los colores de la uva y el vino, predominando tonos morados, dorados y verdes que evocaban los viñedos y el campo. Las coronaciones solían ir acompañadas de música en vivo, bailes folclóricos y desfiles que recorrían las principales calles de Parras, llenando de alegría y color el corazón del pueblo.
REPRESENTACIÓN Y COMPROMISO SOCIAL
Más allá del glamour, las reinas tenían un papel social importante. Eran vistas como un puente entre la feria y la ciudadanía, participando en actividades benéficas, apoyando causas locales y fomentando la unión de los habitantes. Su imagen aparecía en carteles, programas y publicaciones que anunciaban las actividades de la feria, convirtiéndolas en el rostro público del evento.
Durante sus reinados, muchas reinas organizaban eventos para promocionar el consumo responsable del vino, la importancia de la viticultura para la economía local y el valor cultural de las tradiciones de Parras. Este compromiso les otorgaba un papel trascendental que trascendía la mera celebración estética.
UNA HISTORIA QUE PERDURA
Aunque los tiempos han cambiado, y con ellos los estilos y formas de representar la corona, la esencia del papel de la reina en la Feria de la Uva y el Vino sigue intacta. Las reinas de antes sentaron las bases para que esta figura siga siendo un referente de orgullo regional, tradición y promoción cultural.
Hoy, al recordar aquellas coronaciones de antaño, se valora no solo la belleza que irradiaban las jóvenes, sino también el profundo compromiso que asumían para representar con dignidad a Parras y su valiosa herencia vitivinícola. Son parte fundamental de la historia viva de esta feria que año tras año celebra el fruto de la tierra y el esfuerzo de su gente.