Más de 500 jóvenes participaron en la Jornada Diocesana de Saltillo, donde recibieron orientación para fortalecer la fe, consolidar su vocación y servir a los demás
Alonso Crisante
LA PRENSA
SALTILLO, COAHUILA.– Más de 500 jóvenes de la Diócesis de Saltillo participaron este fin de semana en la Jornada Diocesana de la Juventud, un evento anual que combinó reflexión, oración, convivencia y una peregrinación a la Catedral de Santiago, en el marco del año jubilar de la esperanza.
El encuentro, organizado por la Vicaría del Centro, buscó ofrecer a los jóvenes un espacio para fortalecer su fe, analizar su proyecto de vida y asumir un compromiso activo con la sociedad desde la perspectiva cristiana. El obispo Hilario González García los exhortó a ser “testigos de esperanza” en sus escuelas, comunidades y entornos familiares.
“La esperanza que tenemos no defrauda, porque está cimentada en el amor de Dios”, afirmó el obispo, destacando que, aunque las experiencias negativas pueden generar desánimo o desesperanza, los jóvenes pueden contrarrestar esas situaciones mediante la honestidad, la dedicación y el servicio a los demás.
Durante el encuentro, los participantes abordaron temas cruciales para su desarrollo personal y espiritual: la búsqueda de un proyecto de vida, la consolidación de la vocación cristiana, el sentido de la existencia y la práctica de virtudes que favorezcan la madurez humana y espiritual. González García destacó que, a diferencia de los criterios actuales de éxito —como el poder, el dinero o la fama—, el altruismo y el servicio a los demás otorgan verdadero sentido a la vida.
El evento también hizo énfasis en problemáticas actuales que afectan a los jóvenes, incluyendo el aumento de suicidios entre adolescentes, preadolescentes y personas mayores. El obispo enfatizó que encontrar en Cristo un centro de orientación y en la fe un soporte sólido permite a los jóvenes enfrentar los desafíos de la vida con esperanza y responsabilidad.
Además de las reflexiones y charlas, la jornada incluyó dinámicas de convivencia, talleres de reflexión y oración grupal, y espacios de diálogo para compartir experiencias personales y fortalecer la comunidad juvenil de la diócesis. Los asistentes realizaron finalmente una peregrinación a la Catedral de Santiago, donde se celebró una misa como acto de cierre, reafirmando su compromiso con la fe y el servicio.
Varios jóvenes participantes comentaron que la jornada les permitió reflexionar sobre su papel en la sociedad y fortalecer la esperanza en Dios como motor para enfrentar los retos diarios. El mensaje del obispo quedó claro: la juventud tiene la capacidad de ser faros de esperanza, no solo en su entorno inmediato, sino también como agentes de cambio positivo en la sociedad.