Rubén Moreira Valdez
Lázaro Cárdenas fue un auténtico presidente de la Revolución. Participó en ella, algunas veces con suerte y otras no. Sobrevivió a las matazones y purgas. Se formó en el movimiento, tanto en lo político como en lo intelectual. Era de izquierda y su entendimiento del contexto internacional lo llevó a sortear la expropiación petrolera y los intereses del inicio de una guerra mundial.
Al llegar a la Presidencia de la República se sacudió a Plutarco Elías Calles, quien se hacía pasar como “jefe Máximo” de la Revolución y tenía la mala costumbre de querer mandar sobre sus sucesores. La expulsión del sonorense a suelo extranjero le permitió echar andar su proyecto de nación.
Eso de vivir en un castillo, el de Chapultepec, seguro no le pareció al michoacano; después de todo, había sido la residencia de Maximiliano, Porfirio e incluso Calles. Se mudó a lo que se conocía como “La Hormiga”, un pequeño rancho contiguo al histórico Molino de Rey. Al presidente no le gustó el nombre y, en recuerdo del lugar donde en su momento enamoró a la que era su joven esposa, le llamó: Los Pinos.
El sitio se convirtió en un complejo bastante impersonal donde vivieron y trabajaron 13 presidentes. No era solo una residencia, también era espacio para cientos de personas que acudían a las múltiples oficinas que se instalaron en el lugar, y que, junto con salones y auditorios, servían para las tareas del Ejecutivo.
Para la construcción de la impostura llamada “López Obrador”, se utilizaron muchos pretextos demagógicos, entre ellos: Los Pinos y el Estado Mayor Presidencial. Sobre el primero se construyó la imagen de un recinto palaciego y sobre el segundo, el de una guardia pretoriana o de tintes monárquicos.
Me cuenta un allegado a Obrador que, en sus noches de insomnio, deambulaba por los pasillos de Palacio Nacional. Le abrían el recinto donde funcionó la Cámara de Diputados en el siglo XIX y las habitaciones que ocupó Benito Juárez. Frente a la cama del Benemérito se sentaba a meditar hasta el amanecer. Allí había muerto el oaxaqueño y, en sorna, me aseguran que hablaba con él. Igual me comentan que en su despacho hacía referencias a los trágicos momentos que vivió Madero cuando fue capturado y donde perdió la vida uno de sus colaboradores.
Palacio Nacional se construyó sobre lo que fueron “las casas Nuevas de Moctezuma”. Fue propiedad de Hernán Cortés, quien inició la construcción de una de sus residencias. Después se instaló la sede del Gobierno y allí vivieron virreyes, presidentes y uno que otro vago. Obrador, contrario a su discurso franciscano, al tomar posesión de la Presidencia se cambió a un palacio, y al salir dejó su fantasma para no permitir gobernar con tranquilidad a sus sucesores.