Cuando descubre que no eran mujeres sus acompañantes se niega a pagar, provocando un escándalo
Manolo Acosta
LA PRENSA
Después de servirse con la cuchara grande y bailar de cachetito con varias personas que creyó eran mujeres, un parroquiano se negó rotundamente a pagar, en el bar denominado “Viajeros”, ubicado en pleno centro de la localidad, donde la diversión del hombre terminó convirtiéndose en un bochornoso escándalo.
El protagonista fue Rubén “A”, vecino de la colonia Miravalle, quien aseguró no ser cliente habitual de cantinas y bares, pero andaba bastante tomado, en su declaración dijo que decidió entrar al lugar para observar el ambiente, donde a simple vista creyó ver mujeres muy guapas alrededor.
Con el paso de la noche, poco a poco, comenzó a notar detalles que le hicieron dudar seriamente sobre las damas con las que conviví, pero comentó que escuchó voces muy roncas, observó barbillas bastante marcadas y comprendió finalmente que eran hombres bien pintados, peinados y arreglados como reinas.
Tal descubrimiento no le agradó del todo y, nervioso, intentó salir disimuladamente del establecimiento hasta llegar a la calle Hidalgo para emprender la huida. Sin embargo, fue alcanzado rápidamente por el encargado de seguridad, quien le recordó que antes de salir tenía pendiente una cuenta bastante generosa.
Cuando le presentaron la factura, Rubén explicó que no traía dinero en efectivo y pidió ser acompañado hasta el banco para realizar el pago correspondiente. Ya frente al cajero automático, introdujo su tarjeta, pero la pantalla arrojó la temida sorpresa: la cuenta estaba en ceros, sin fondos disponibles.
Ante la imposibilidad de cubrir el consumo, trabajadores del bar solicitaron apoyo de la policía municipal, quienes acudieron para llevarse al cliente bohemio insistió en que sólo entró “a experimentar” y terminó con una amarga lección tras su noche de diversión en el centro.