A cien años del origen de esta tradición del Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey, alrededor de 80 participantes recorrieron la ruta entre La Huasteca y Arteaga
Liz de la Fuente
La Prensa
En el aniversario número 100 de la tradicional caminata que en 1925 emprendieron integrantes del Círculo Mercantil Mutualista de Monterrey, decenas de senderistas volvieron a recorrer más de 70 kilómetros, dejando una huella imborrable en la montaña y en su espíritu.
La travesía nació hace un siglo con un recorrido que partía desde la Catedral de Monterrey hasta la ciudad de Saltillo. Sin embargo, por motivos de seguridad y logística, hace casi dos décadas la llegada se cambió hacia Arteaga, Coahuila, manteniendo intacto el espíritu de aventura.
Este sábado, alrededor de 80 participantes iniciaron a las 5:00 horas el trayecto de 74 kilómetros, partiendo de La Huasteca. Ese primer día avanzaron 52 kilómetros hasta llegar a la comunidad de San José de los Nuncios, en Ramos Arizpe, donde pernoctaron para recuperar fuerzas.
Ayer, a las 7:00 horas, reanudaron el recorrido con los últimos 22 kilómetros, ingresando por la tarde a la plaza principal de Arteaga, donde los esperaba una cálida llegada.
Entre los senderistas destacaron Juan García Ramírez, quien completó el reto por tercer año consecutivo, y Mirna Leal, que lo hizo por primera vez. Ambos son originarios del municipio de Santiago.
“Cada paso es entretejer nuestras historias personales con las de quienes hicieron posible esta realidad. La caminata es cansada, pero amena, porque convives con personas que se vuelven parte de tu vida en el trayecto”, compartió Juan al finalizar.
“También hay momentos de silencio y reflexión en senderos amigables y sinuosos. La montaña te deleita con sus paisajes desérticos, pedregosos o boscosos. Al final queda la satisfacción de lograr un reto que se convierte en bellas experiencias de montaña”.
La caminata, impulsada originalmente por el maestro José Navarro, representa para quienes la realizan mucho más que un esfuerzo físico: es una experiencia que exige preparación mental, espiritual y comunitaria.
Aunque este 2025 marcó el siglo desde su origen, la ruta cumplió su edición número 94, ya que hubo años en los que, por diversas circunstancias, no pudo realizarse.
Jorge Garza, con seis años participando y quien en esta ocasión fungió como guía, describió la travesía como un regalo.
“Fue un privilegio caminar entre cañones y montañas siendo parte de un legado del excursionismo en Nuevo León. Encontrarme con viejos amigos y hacer nuevos es parte de la magia de esta caminata. Espero que siga cumpliéndose muchos años más y tocando a más personas con esa magia”, expresó. El recorrido concluyó con una convivencia y una ceremonia donde se entregaron medallas conmemorativas a quienes completaron la hazaña, cerrando un capítulo más de una tradición que, a lo largo de un siglo, continúa inspirando a generaciones enteras de senderistas