Hoy en el Día del Músico, la historia de don Reynaldo representa a muchos artistas que lejos de escenarios lujosos, hacen que la calle suene
Alberto Rojas Carrizales
LA PRENSA
En la esquina de Juárez y De la Fuente, el saxofón de don Reynaldo Morales, de 84 años, sigue contando historias entre el ir y venir de la gente, este sábado 22 de noviembre en el Día del Músico, todos los filarmónicos están de fiesta, ellos celebran a su patrona Santa Cecilia.
Desde media cuadra, los transeúntes escuchan los instrumentales del oaxaqueño avecindado en Monclova desde mediados de 2023, dice que le gustó esta ciudad por su seguridad, por eso llegó para quedarse montando diariamente su céntrico escenario, alegrando con su música el corazón de la ciudad.
Cada mañana, don Reynaldo abre su estuche, ajusta su sombrero de ala corta y se instala en la misma esquina, entonces su saxofón irrumpe con notas suaves, y mientras es entrevistado, una pareja le pide cotización para amenizar una reunión en Castaños, otros colocan algunas monedas o billete de 20 pesos.
“Esté lloviendo, tronando, helando o relampagueando aquí estoy todos los días, aprendí a tocar a los 12 años, entre 1968 y 1973 fui parte de la orquesta del Circo Atayde, pero luego le entré mucho al pípiri-pau”, dice sonriendo mientras levanta y mueve sus dedos pulgar y meñique de su mano derecha, refiriéndose al consumo de bebidas alcohólicas.
Con el tiempo, el octogenario se volvió parte del paisaje del centro de Monclova mientras los transeúntes y automovilistas escuchan en modo instrumental “Querida”, “Bésame Mucho”, “Chiquitita”, entre otros clásicos que con su saxofón le dan más lustre a la mañana.
De pronto, su conversación se traslada a los tiempos en que a finales de los años sesenta y hasta la primera mitad de los setenta, viajaba con la orquesta del Circo Atayde por todo Centroamérica, Sudamérica y el interior de la República Mexicana, ahora con 84 años, dice que no aplicó ninguna dieta o cuidado para alcanzar la longevidad y aparentar menos edad.
Originario de Mitla, Oaxaca, don Reynaldo recuerda que aprendió a tocar el teclado, batería y la guitarra, pero que le gusta más el saxofón, confiesa que la música es su pasión la cual le da para subsistir con las monedas y ocasionalmente algún billete de 20 pesos que aportan peatones, “también a veces me caen chambitas para amenizar alguna reunión”, añade.
Hoy en el Día del Músico, la historia de don Reynaldo representa a muchos artistas que lejos de escenarios lujosos, hacen que la calle suene, por la tarde cuando termina su jornada, guarda su saxofón con la misma calma con la que comenzó, de las bebidas embriagantes asegura que eso es cosa del pasado, ya no las consume.