La ceremonia es una antigua y hermosa tradición del Adviento, en honor a la Virgen María
Por Iván Villarreal
La Prensa
Monclova, Coahuila
Con una emotiva celebración en la penumbra, iluminada únicamente por cientos de velas encendidas por los fieles, se llevó a cabo este sábado 20 de diciembre la tercera y última Misa Rorate Caeli en la Parroquia de Santiago Apóstol de Monclova. Presidida por el vicario de la Diócesis de Saltillo, Néstor Martínez Sánchez, esta antigua tradición advienta reunió a la comunidad católica en una atmósfera de espera gozosa y reflexión profunda ante la inminente llegada de la Navidad.
La Misa Rorate Caeli, cuyo nombre proviene de las palabras latinas “Rorate caeli” (“Rocíen, cielos, desde lo alto”), es una celebración de votos en honor a la Virgen María que se remonta a la Edad Media. Tradicionalmente se oficia antes del amanecer, en la oscuridad, simbolizando la espera de la luz de Cristo en un mundo sumido en tinieblas. Los fieles portan velas que representan la gracia bautismal y la fe que ilumina el camino hacia el Salvador.
En su homilía, Néstor Martínez Sánchez, párroco de Santiago Apóstol, destacó el significado de esta liturgia: “Nos presentamos delante de Dios en la penumbra antes del amanecer, con nuestras velas encendidas como signo de quienes somos: verdaderos hijos de Dios”. Recordó cómo, a lo largo de tres sábados de Adviento, la comunidad ha acompañado a María Santísima en su espera del nacimiento de Jesús, clamando al cielo que “descienda como rocío” el Salvador.
El sacerdote compartió una anécdota personal que marcó su vocación litúrgica: la exhortación del papa emérito Benedicto XVI, quien en sus catequesis recordaba con nostalgia estas misas de su infancia en Alemania y advertía contra su desaparición. “No podemos dejar que estas misas desaparezcan”, repetía Benedicto XVI, según relató Martínez Sánchez, quien profundizó en su significado gracias a estudios posteriores.
Centrado en el Evangelio de la Anunciación, el vicario enfatizó la iniciativa divina en la salvación: “Es Dios quien toma la iniciativa, quien sale al encuentro de nosotros a través de la Encarnación”. Invitó a los presentes a responder como María con un “hágase en mí según tu palabra”, contrastando la “libertad obediente” de la Virgen con la desobediencia que lleva al pecado habitual. “Que María nos ayude a abrir la puerta al Salvador, para que su gracia inunde nuestro ser y podamos abrazar a Jesús con todo el corazón”, concluyó.
Al finalizar la eucaristía, los fieles permanecieron en silencio orante, elevando plegarias por sus intenciones personales en este tiempo de Adviento, que culmina en la alegría de la Navidad. Esta tradición, cada vez más valorada en parroquias mexicanas, refuerza el llamado a una preparación interior profunda para recibir al “Emmanuel”, Dios con nosotros.