
Por Rocío de Jesús
Tal como lo advirtieron los especialistas, muchas de las personas que han sanado de coronavirus, han presentado secuelas preocupantes que pueden durar semanas o incluso meses, a este efecto post Covid, se le conoce como Covid largo.
Solicitando resguardar su identidad, un reconocido médico de la localidad, relató para la Prensa que además del efecto más común, que es la debilidad, por el tiempo transcurrido en cama luchando contra este temible virus, se añade el trauma sicológico, que de por sí, no es poco.
“Yo estuve a pocos minutos de que me intubaran, pero el equipo de trabajo me sacó adelante, y las secuelas emocionales son terribles, uno piensa que puede solo, que puedes contra ese miedo o esa ansiedad, pero no es así, se necesita apoyo especializado”.
El médico relató que la ansiedad se le manifestaba en miedo si alguien estornudaba, no quería que nadie se le acercara pero además tenía constantes sudoraciones frías repentinas.
Aunado a eso, cuando se incorporó a su trabajo dos meses después de haber salido del hospital, se dio cuenta que había perdido la capacidad de coordinación y organización.
“Este trabajo es de muchas juntas, planes de trabajo, revisiones y yo no podía hacerlo, olvidaba las reuniones y mucho menos podía coordinar gente, pero gracias al magnífico equipo de trabajo, ellos me ayudaron mucho en esta etapa que duró meses”.
MAURICIO SÁNCHEZ
Yo tuve Covid la primera semana de noviembre y lo único que sentí fue cansancio al grado que muchas noches me quedaba dormido con el celular en la mano, la ropa puesta, la luz encendida, hasta que me despertaba más tarde, me daba cuenta y me preparaba para dormir, pero eso fue todo lo que sentí.
Sin embargo, nos recuperamos pero conforme fueron pasando los días, empecé a notar que me dolía el pecho de repente muy fuerte, justo en el centro, y también sentía dolor en las coyunturas.
Llegó enero y empecé a sentir los dolores más frecuentes, tenía los ojos irritados, me dolían mucho sentía que se me querían salir del dolor, y aparte sentía mis latidos tan fuertes, hasta me dolía el pecho y tenía taquicardias, el cansancio era increíble, como cuando no duermes nada.
Mauricio cuenta que aguantó una semana con esos malestares y prefirió ir a consultar porque los dolores no desaparecían.
“Resultó que tengo hipertensión, en mi familia no hay hipertensos, colesterol alto, también me dijeron que tengo un exceso de sangre en el organismo, no recuerdo el término, las taquicardias eran de 155 latidos por minuto, sentado sin hacer ningún esfuerzo y un virus en la nariz que provoca que se me inflame y últimamente se le olvidan las cosas, eso no me pasaba”.
Actualmente, mes de mayo, Mauricio presenta el síndrome del Covid largo, pues a 6 meses de su contagio, aún tiene secuelas derivadas del virus.
WENDY DOMÍNGUEZ
Wendy resultó positiva de Covid el 18 de enero y luego de 14 días de reposo la dieron de alta y regresó a sus labores el 2 de febrero.
“A finales de febrero yo me sentía súper bien pero a principios de marzo empecé a notar mucho cansancio y lo atribuí al mucho tiempo que mi cuerpo permaneció en reposo, creí que necesitaba activarme y se me ocurrió saltar cuerda porque es el ejercicio que normalmente hago”.
Señala que contar 200 saltos sintió una sensación extraña que en su momento no entendió pero los especialistas se lo explicarían días más tarde.
“Era como si tuviera una malla en mi cabeza sobre el cerebro, llegaba hasta los oídos y vibración leve pero muy raro y a partir de ese día el cansancio era extremo, lo único que quería era estar acostada, no dormida, pero en reposo permanente, mi cuerpo no respondía.
El 4 de marzo llegué del trabajo, me recosté y me quedé dormida y al despertar me di cuenta que tenía la lengua paralizada y pegada al paladar y sentía el cuerpo demasiado pesado, ese episodio duró como 2 o 3 minutos pero me alarmó mucho”.
Consultó con un médico general que le dijo que probablemente solo requería vitaminas y le sugirió inyecciones, se aplicó la primera el 8 de marzo y al día siguiente se vuelve a repetir el episodio de la parálisis de lengua, pero además, al intentar pasar de la recámara a la sala, sintió que no podía caminar.
“Me sentí como un bebé en sus primeros pasos, mis pies no me obedecían, era como si no supiera caminar y ahí si me asusté mucho, además la lengua seguía dormida y el agotamiento ni hablar, era permanente. Aunado a esto, cosas tan simples como tomar una pluma y firmar, para mí ya no eran sencillas, me tardaba en hacer esas pequeñas cosas, porque mi cuerpo empezó a dejar de responder.”
Cuando va de nuevo con el médico general, este le dice que eso ya se sale de su entendimiento y le recomienda un internista. Antes de ir con el especialista ella regresó a su casa para comer, y lo que vivió en este tiempo fue de mucha angustia.
“Me fui a mi casa, iba comer lentejas y en dos ocasiones se me cayó la cuchara de las manos, entré en angustia, yo solía ser una persona sana, no me gustan los medicamentos y no he sido enfermiza, obviamente después de eso que me pasó, me voy con el internista”.
El especialista le hizo aproximadamente una entrevista de 30 preguntas, fue una consulta prolongada donde le aclaró muchas dudas y le generó confianza, pero le dejó en claro que lo que estaba viviendo eran síntomas post-covid.
Durante la consulta el médico le puso una serie de ejercicios para ver su coordinación, la dinámica duró dos minutos pero ella terminó empapada de sudor, por el gran esfuerzo que eso le representó.
DAÑOS EN SISTEMA NERVIOSO
“Me dio mucha pena porque empecé a sudar mucho, pero a grandes rasgos me explicó que el Covid entra y sale sin hacer estragos en algunas personas, pero en otras lo más común son los estragos en el sistema respiratorio, en mi caso, afectó el sistema nervioso central”.
Debido a eso, afectó los neurotransmisores que son los encargados de emitir las señales del cerebro al cuerpo, por eso ella ya no podía hacer las cosas rápido.
“Me pidió paciencia, me dijo que esos síntomas podían durar hasta 8 semanas, sí me asusté porque estábamos hablando de cuestiones neurológicas, para mí ya todo era difícil y lento, mi cuerpo no reaccionaba”.
El internista le comentó que es algo común, pero debido a que la gente desconoce del tema, no consulta, no se trata y puede complicarse aún más.
Por fortuna ella recibió atención oportuna y se apegó al tratamiento indicado.
“El me indicó pastillas para dormir, con la intención de que los neurotransmisores se regeneraran y volvieran a su función normal, si yo no dormía lo suficiente empezaba otra vez la sensación de la malla en la cabeza y vibraciones, si yo me esforzaba para recordar algo o me estresaba, de nuevo sentía eso en el cerebro”.
Cuando llevaba 14 días de tratamiento, es decir un día antes de concluir los primeros 15 días establecidos, se levanta por la noche para tomar agua y el vaso se le cae de la mano y ella sigue con la mano en posición de estar tomando el vaso.
“El vaso se quebró, mi esposo se levantó y bajó mi mano, pero yo empecé a llorar porque tuve mucho miedo de que esto siguiera ocurriendo, estaba a un día de concluir mi tratamiento, debido a esto, pues mi tratamiento se prolongó una semana más y el internista me dijo que vigilara el tema de la depresión porque yo me sentí muy triste”.
Wendy estuvo un mes en tratamiento, debió dormir mucho para recuperarse, el 31 de marzo terminó de tomar el medicamento, pero dice que aún se le olvidan algunas cosas que antes fácilmente recordaba.
“Un tip es apuntar todo lo que el cuerpo presenta que no es común, este consejo me lo dio una enfermera y me ha servido mucho, si alguien está pasando algo similar, atiéndase, no lo deje pasar”.