Por Ivonne Melgar
El Presidente ya ganó
En las colonias populares donde Morena hace campaña la escena es reiterativa: sobre todo las mujeres se acercan al dirigente del partido, Mario Delgado Carrillo, para quejarse de los pésimos resultados del alcalde de esa filiación o de lo mucho que les quedaron a deber los diputados.
Esa inconformidad es el prólogo de una declaración de amor al presidente López Obrador, a quien no piensan dejar sólo el 6 de junio.
Quienes han atestiguado este fervor cuentan que el reclamo por los deficitarios gobiernos locales morenistas es alarmante. Tanto como sus inconformidades internas por el reparto de candidaturas y la prioridad que los expriistas tuvieron. Una decisión de Palacio Nacional que, al parecer, salió cara.
Pero de la misma proporción es la fe que la gente tiene en López Obrador, al que califican como incansable luchador, honesto y comprometido.
De manera que, ante la desazón por los malos gobiernos de la marca, la dirigencia de Morena llamó a respaldar al presidente López Obrador, alegando que es él quien necesita el refrendo de 2018. “Voy a votar todo Morena para que no regresen los conservadores”, resumen en los barrios y municipios pobres.
También los jóvenes y los clasemedieros ilustrados que hace tres años vieron en la autoproclamada Cuarta Transformación una esperanza hablan de impedir que “vuelvan los conservadores”.
Y es que antes de ir a las urnas, el Presidente de la República ya ganó el debate electoral al haber colonizado los términos de la conversación política del centro del país. Porque si en 2018 arrolló con el diagnóstico de que no podíamos seguir en la corrupción y la desigualdad normalizadas, en 2021, López Obrador ha inoculado mediante sus exitosas conferencias, en millones de mexicanos, el pronóstico del futuro: Morena o el regreso de “los conservadores”.
¿Quiénes son esos adversarios que engloban al mal? Empresarios, activistas de organizaciones sociales, periodistas, intelectuales, organismos autónomos.
Pero para fines electorales, “los conservadores” son la oposición. Y ésta en la alianza PAN-PRI-PRD le tomó la palabra y centró su campaña en una dicotomía: paramos el autoritarismo gobernante o perdemos la pluralidad democrática.
Aunque el pronunciamiento de los riesgos por la concentración del poder también es parte de la conversación pública, éstos no preocupan a la mayoría de los mexicanos que otorga altos índices de reconocimiento a López Obrador. El AMLOTrackingPoll de Roy Campos que mide la aprobación presidencial ayer fue de 55.7 por ciento.
Con esos números y confiados en el cariño de la gente hacia el Presidente, Morena hizo campaña reclamando apoyo para YSQ, repartiendo propaganda con el logo como sinónimo de marca Presidencial y haciendo vigente el lema vivo desde hace 15 años: “¡Es un honor luchar con Obrador!”.
Y a juzgar por el más reciente reporte de Oraculus, que promedia diversas encuestas, la tendencia de voto para Morena le garantiza unos 228 diputados, es decir, 25 menos que en la actual legislatura. Estos, sumados con los 45 del PT y 49 del PVEM, darían un total de 322, a ocho legisladores de distancia para la mayoría calificada que se necesita en reformas constitucionales.
En contraste, la alianza PAN-PRI-PRD sumaría 161, es decir, 23 diputados más de los que ahora tienen. Mientras Movimiento Ciudadano pasaría de 25 a 16.
La oposición sostiene que el voto oculto de 30 por ciento aún, indecisos y discretos, terminará favoreciéndola como ha sucedido en la historia electoral mexicana. Y que tendrán en San Lázaro la cifra mágica de más de 170 curules para evitar cambios constitucionales.
Pronto lo sabremos. Lo cierto es que ante el ícono de YSQ, en el resto de los partidos podrán salvarse los buenos candidatos. Y eso es lo que sucederá en algunas alcaldías y distritos de la CDMX, donde la alianza consiguió lo que parecía imposible: disputarle el voto a Morena en cerrada competencia.
¿Significa eso que en los estados donde el logo presidencial perderá hubo malos candidatos? No necesariamente.
Y ese ha sido el gran error electoral de Morena en 2021: ignorar que el fervor popular hacia YSQ es bajo en entidades donde sus aspirantes a gobernadores han padecido la campaña: Nuevo León, Sonora, Chihuahua, Querétaro, Baja California Sur, Campeche y San Luis Potosí. Lo mismo pasa en Guanajuato y Yucatán.
Por supuesto que el Presidente tendrá mucho qué celebrar el 6 de junio, con al menos ocho gobiernos estatales para su partido —hay encuestas que hablan de 11— y mayoría absoluta con sus aliados en la Cámara de Diputados, según pronósticos.
Pero las derrotas, por mínimas que sean, también serán suyas: las de su conflictivo partido y las de una polarización política y social que, ese 6 de junio, también podría expresarse, geográfica y económicamente, en el mapa de la República.
