Fuerzas talibanas capturaron una gran ciudad en el norte de Afganistán el sábado, provocando la huída de las tropas afganas y acercándose aún más a Kabul, mientras los países occidentales se apuraban para evacuar a sus ciudadanos de la capital.
La caída de Mazar-i-Sharif, confirmada por un funcionario del consejo provincial, significó otra gran conquista para los militantes de línea dura, que han ocupado gran parte del país en las últimas semanas ante la retirada de las fuerzas lideradas por Estados Unidos. Kabul y Jalalabad, en el este del país, son las únicas grandes ciudades que no están en manos de los talibanes.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo el sábado que su país enviaría 5.000 soldados para ayudar a evacuar a los ciudadanos y garantizar una reducción «ordenada y segura» del personal militar estadounidense. Un funcionario de Defensa de Estados Unidos afirmó que el despliegue incluyó a 1.000 soldados recién aprobados de la 82 División Aerotransportada.
Fuerzas de seguridad de Mazar-i-Sharif estaban escapando hacia la frontera con Uzbekistán, aseguró Afzal Hadid, jefe del consejo provincial de Balkh, a Reuters. La ciudad parecía haber caído en gran parte sin combates, aunque los enfrentamientos esporádicos continuaban cerca, dijo.
El líder de la milicia afgana Atta Mohammad Noor afirmó en una publicación de Facebook que el control de la provincia de Balkh, donde se encuentra Mazar-I-Sharif, fue entregada a los talibanes debido a una «conspiración».
Noor, exgobernador de Balkh, dijo que los talibanes intentaron atraparlo a él y al mariscal Abdul Rashid Dostum, otro líder de la milicia progubernamental. Los dos escaparon junto con otros funcionarios provinciales, dijo, sin revelar su ubicación.
«Desafortunadamente, como resultado de una gran conspiración organizada y cobarde, todas las instalaciones del gobierno y las fuerzas gubernamentales fueron entregadas a los talibanes», escribió Noor, agregando que «querían atrapar a mi amigo el mariscal Abdul Rashid y a mí, pero no tuvieron éxito».
Muchos afganos han huido de las provincias a la capital, expulsados por los combates y temerosos de volver a un régimen islamista de línea dura, a medida que se desmorona la resistencia de las fuerzas del gobierno afgano.
Cuando la noche caía el sábado, cientos de personas se agolpaban en tiendas de campaña o a cielo abierto, a los costados de las carreteras y en aparcamientos, dijo un residente. «Se puede ver el miedo en sus caras», comentó.
El presidente, Ashraf Ghani, sostuvo conversaciones urgentes con líderes locales y socios internacionales, pero no dio señales de responder a la exigencia de los talibanes de que renuncie como condición para hablar sobre un alto el fuego.
Según indicó, su interés es «prevenir una mayor inestabilidad, violencia y desplazamiento de mi pueblo», dijo en un breve discurso televisado, agregando que las fuerzas de seguridad y defensa se están consolidando.
Qatar, que alberga negociaciones de paz entre el gobierno afgano y los talibanes, dijo que instó a los insurgentes a un alto el fuego durante una reunión con sus representantes el sábado.