Por primera vez, en más de 300 años, los visitantes al museo de Ámsterdam, Rijksmuseum, pueden ver los cuadros en su forma original gracias a la impresionante reconstrucción de las piezas perdidas.
Por AFP
En 1715, se cortaron grandes trozos de la obra maestra de Rembrandt «La ronda de noche» para colocar el colosal lienzo en un nuevo hogar. Uno de los grandes actos de vandalismo artístico.
Por primera vez, en más de 300 años, los visitantes al museo de Ámsterdam, Rijksmuseum, pueden ver los cuadros en su forma original gracias a la impresionante reconstrucción de las piezas perdidas.
Basándose en una pequeña copia del siglo XVII de «La ronda de noche«, los científicos utilizaron la inteligencia artificial para recrear las partes ausentes, que han sido impresas y montadas alrededor de la famosa obra de arte.
«Es muy emocionante verlo», señaló el director del Rijksmuseum, Taco Dibbits. «Porque conoces la pintura desde que eres niño y sientes que, de repente, has retrocedido en el tiempo unos 300 años», dijo.
La reconstrucción reveló el verdadero dinamismo de la composición original de Rembrandt, con las dos personas clave en el centro de la pintura, el capitán Frans Banninck Cocq, y el teniente Willem van Ruytenburch, ahora más escorados.
Asimismo, las figuras perdidas de dos hombres y un niño pequeño fueron recuperadas en la parte izquierda del cuadro, donde se cortó una tira de 60 centímetros de la pintura, que incluso en sus dimensiones más pequeñas mide 3.79 metros por 4.36 metros.
El Rijksmuseum, que reabrió sus puertas recientemente tras la distensión de las medidas contra el coronavirus, exhibirá la obra durante tres meses, como parte de una enorme restauración del lienzo lanzada en 2019.
IA en la escuela de arte
Rembrandt pintó «La ronda de noche» en 1642 por encargo de Cocq, el alcalde y líder de la guardia cívica de Ámsterdam, para representar a los oficiales y otros miembros de la milicia.
Después de estar colgada en el club de los guardias cívicos durante 73 años, la pintura fue trasladada al Consistorio de la capital holandesa, donde estaba destinada a colocarse entre dos puertas, pero no «encajaba», asegura Dibbits.
«La gente que lo trasladó decidió cortarlo y, realmente, tomaron las tijeras y lo hicieron por los cuatro lados», prosigue.
Las tiras que se cortaron nunca se encontraron. Fue el primero de los muchos ataques sufridos por «La ronda de noche». Un hombre llegó a apuñalar el cuadro en 1911; luego, fue escondido en un búnker cuando la Alemania nazi invadió los Países Bajos, fue acuchillado por un desequilibrado mental en 1975 y fue rociado con ácido en 1990.
La reconstrucción de las piezas que faltan fue posible gracias a una pequeña copia realizada en el siglo XVII por el artista Gerrit Lundens, pero ésta presentaba distinto estilo y color, así como una perspectiva ligeramente diferente.
La solución pasó por «enviar la inteligencia artificial a la escuela de arte», contó Robert Erdmann, experto del Rijksmuseum, encargado del proyecto.
«Un placer»
«Si simplemente ampliáramos todo esto y lo pusiéramos junto a «La ronda de noche», no coincidiría de ninguna manera», dijo Erdmann.
«Entonces, para ayudar a que coincida, he formado tres redes neuronales separadas para ayudar en este proceso, de modo que es una especie de inteligencia artificial a la que se puede enseñar a la computadora dándole ejemplos», agregó.
El programa comparó el original de Rembrandt con la copia y, una vez que dominó su estilo, Erdmann se puso a trabajar en la recreación de las piezas perdidas.
Tanto fue su mimetismo que incluso aprendió a copiar las diminutas grietas en la superficie de «La ronda de noche» existente, relató Erdmann.
Al final la imagen se imprimió en un lienzo, se barnizó y luego se colocó sobre cuatro marcos de metal situados alrededor de la pintura.
«Fue realmente un placer» ver la pintura restaurada. Realmente cambia toda la composición», subrayó Erdmann.
Los expertos en arte ahora pueden contemplar cómo el capitán vestido de negro y su teniente uniformado de blanco se hicieron a un lado para mostrar cómo la milicia estaba en movimiento, mientras que las figuras adicionales a la izquierda dan profundidad y perspectiva.
«La clave está en que Rembrandt sigue sorprendiéndonos, sigue haciendo cosas que no esperarías que hiciera», concluye Dibbits.