
Por Carolina Salomón
Una abuelita de 87 años de edad se internó en el Asilo de Ancianos de Monclova para no ser una carga para sus hijos; en este lugar a encontrado una nueva familia que le brinda atención, cuidados y sobre todo amor.
Se trata de Irma Heath Rodríguez, originaria del municipio de Progreso, quien lleva un año en este instituto de atención al adulto mayor en donde aseguró que es muy feliz porque no hay pleitos y discusiones.
“Yo no quiero ser una carga para ninguno de mis hijos, un día Mary y Fito me acompañaron a ver esta casa y decidí quedarme”, dijo la mujer.
Doña Irma soltó en llanto porque no tiene a sus hijos cerca, pero está en un lugar donde no le falta nada, hay buena comida, medicamentos, la visten, bañan, le hacen vestidos y hasta la cambian de pañal.
Comentó que piensa mucho en sus 4 hijos, y aunque hayan pasado muchos años, le duele mucho la partida del tercero que murió cuando ella y su esposo lo traían hacia Monclova porque presentaba un problema en el corazón.
Se vuelve melancólica al recordar a su hijo fallecido, pero sabe que se encuentra en un lugar mejor, con Dios y que algún día volverá a verlo.
Se casó a los 17 años de edad, formó su familia en el municipio de Sabinas, sin embargo, ella es originaría de Progreso en donde vivió entre siembras frutales, maíz, semilla de trigo, cebada.
Su vida en el campo y la buena alimentación que ha llevado la han ayudado a llegar a los 87 años y próximamente el 4 de noviembre cumplirá 88 a los que espera llegar con salud y festejarlos en compañía de sus hijos y nietos.
Estudió hasta la primaria, “me quedé bien burra, porque en Progreso solo había escuelas y antes no se daba eso que estudiáramos”, señaló.
“Yo no critico a mis padres porque a pesar de eso vivíamos felices, mi abuelo tenía un rancho muy grande donde se daba la fruta, el trigo, cebada, maíz y otras siembras”, recordó.
POR VOLUNTAD PROPIA LLEGÓ AL ASILO
“Nadie me obligó, yo le pedí a mi hijo y a mi nuera que me trajeran a ver esta casa y aquí vivo tranquila, sin dar problemas”, indicó.
Mary, su nuera, es amiga de la presidenta del Patronato de Damas Voluntarias del Asilo de Ancianos y fue quien le contó a Irma sobre la existencia de este lugar en Monclova y los buenos servicios que brindaban a los ancianitos.
“Yo ya estaba viviendo sola pero no quería ser una carga para mis hijos, entonces me platicó Mary del asilo, y le dije vamos a conocerlo, le avise a mi hijo de Sabinas que iría con Mary y Fito a Monclova a ver la casa esta y que a lo mejor me quedaba y él me respondió usted sabe y hoy vivo tranquila”, mencionó.
SUS HIJOS NO LA OLVIDAN
Los sábados para la abuelita es día de fiesta porque llegan sus hijos y nietos cargados con obsequios, comida, pan, galletas, refrescos, dulces y demás.
“Yo no deseo nada, todo lo tuve y mis hijos me siguen demostrado su amor a pesar de no estar con ellos, unos me llaman por teléfono, otros vienen a visitarme en diferentes horarios pero todos, hasta las nueras se acuerdan de mí”, destacó.
“Cada vez más uno pierde la onda por la edad, hay recuerdos que los tienes muy presentes, como si ayer hubieran ocurrido y esos son los que te llenan el alma de felicidad, de saber que has hecho las cosas muy bien como madre para que tus hijos se sigan preocupando por ti”, dijo.
Ninguno de sus hijos se ausenta, eso la mantiene tranquila y muy a gusto en el asilo donde solo necesita que la llamen que tiene visita para entusiasmarse.